lunes, 29 de diciembre de 2008







OH estoy muy cansada. OH tu sabes, estoy muy cansada. No tengo sueño pero estoy muy cansada. No quiero dormir, pero siento cansancio. La televisión me da sueño, me pone mala, la televisión del domingo me pone frenética. Aburrido. Divertido. Estoy tan cansada que no puedo acostarme. No puedo ir a buscar nada, estoy cansada. No puedo encender el cigarrillo, me da sueño. El diario me da sueño la calle me da sueño tu llamado telefónico. Me molesta la gente que llama a mi casa por equivocación. Me siento cansada, no quiero una cama. Mi cara me tiene cansada y también mi vecino me da sueño. No puedo dormir, no tengo fuerzas, no quiero café. No puedo encender la luz está muy lejos la escuela. No, no quiero que me compadezcas, eso me da más sueño. Haceme un favor, si. Abajo a tu derecha, en el cajón no, a la vueltita. Hay un disco, ponelo. Gracias. Desde el principio que suene ¿termina y me pones el otro? Si justo tengo mucha sed ¿me darías un vaso con agua? Perdóname le subís el volumen un toque, disculpa.














12/12/2008 03:49 p.m.



¿Madrugaré temprano en la mañana?


Me encontré a un hombre y medio, cuya mitad de él mismo guardaba en su bolsillo.

Pequeños dobleces.

Esperemos vientos huracanados y ciudades tapizadas de anzuelos
Pero nunca nos cansemos de esperar
Nunca me cansaré de esperarte a vos.






10 9 8 7 6 5 4 3 2 1


Y otra Báez 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1


Tengo, tengo una bufandita a cuadritos. Esperemos vientos huracanados y ciudades tapizadas de anzuelos.








XIX
Hombre que lee el diario
¡Usted de mi no sabe nada! le repito, váyase, antes que me enfurezca.

Luís mira burlonamente al tipo, achica la cara y le estornuda cerca, al instante se sienta a su lado en el banco y corre el brazo como para simular un abrazo fraterno. El hombre que lee el diario se levanta asustado, da un brinco y se aleja trotando rápido.


Luís se acerca sigilosamente a la madrecita, toma un puñado de arena y se lo tira en la cabeza. El niño ríe divertido con afán de justicia.


Madre (cartera en mano amenazadora): ¡que hace infame! (grita y agita las manos con frenesí) ¡policía!










Soñé con George Harrison.

Ayer soñe con George Harrison. Ya había soñado antes, pero en el sueño anterior estaba Lennon, o más bien Harrison-Lennon. Quizás porque están muertos y yo los quiero hacer regresar de alguna manera. Pero no. En el sueño de ayer solo estaban George y mi abuela talvez, cocinando como de costumbre y no tocando la guitarra. Venia George a mi casa con unos anteojos de sol a pesar de que estaba nublado. Se sentaba cerca de la estufa, y yo me sentaba cerca de él, mirándolo y pensando lo siguiente: es demasiado grande. En efecto el George Harrison de mis sueños era corporalmente más morrudo que el original. Y los lentes que él tenía puestos eran tan grandes que su cara estaba como tapada. Para colmo no emitía sonido, estaba sentado esperando la comida. No recuerdo el momento en el cual nos dispusimos a comer. Pero recuerdo que cuando salí afuera, él ya se estaba despidiendo, caminando hacia la ruta y por tomarse el colectivo. Y yo pensé: que tipo raro. Si hubiera querido se podría haber marchado en avión privado y se va en colectivo. Es un gran tipo.




Little GREEN bay.









jueves, 18 de diciembre de 2008





En una playa de algún lugar…



Haroldo viste de blanco, descalzo pisa la espuma del mar ruidoso. Habano en mano, ve a una figura acercarse, el viento le vuela los volados del vestido a lunares. Haroldo sonríe. Espera a la mujer que se acerca, (Suena claro de luna, tocada por Arthur Rubinstein). En el ambiente hay un hermoso perfume, no se distingue con claridad a que huele.

Haroldo
Hola Jane. (La mira aterciopelado, su baby face le descubre un parecido con James Bond).
Jane
Hola Haroldo. (Indudablemente ella tiene cuerpo de bailarina, sus pestañas esconden sus hermosos ojos lilas).
Haroldo
Te estaba esperando Jane, hace tiempo, en este mismo lugar. Ven, te quiero enseñar mi avión.
Jane
Eso no es posible. Olvida lo nuestro, hace tiempo esta enterrado.
Haroldo
Yo se que me amas Jane. (La toma por la cintura).
La música se eleva de repente, pero con violencia.
Jane
(Se resiste a medias) ¡Nunca te personaré canalla! (Llora y lo besa).

La pareja corre hacia el mini-avión que brilla a unos metros sobre la arena. Suben riendo a carcajadas y despegan en un halo mágico e inverosímil. Círculos de luz difusa en torno a los cuerpos luminosos.
El goteo de la canilla marca la temporalidad del reloj. La tormenta eléctrica se anuncia con espasmos en la noche. Despierta Lola y cierra la ventana. Se le han volado los papeles de su escritorio. Los acomoda con un inminente mal humor (le han interrumpido el sueño maravilloso). La han jodido. Debajo del desorden se descubre la película vieja "Jane y Haroldo". La mira con recelo, se la ha prestado su amigo Esteban, (no la ha visto aun). Maldito romanticismo caduco, vuelve a la cama.



Octubre del 85´, revista: Pelo.


Escribe
Andres
Calamaro.





El año uno





Mientras otras publicaciones malgastan papel, un importante descubrimiento tiene lugar aquí mismo y ahorita, pues. A propósito del tiempo, la historia y sus códigos hablamos hoy de lo que debería de ser una década. Generalmente se piensa que una década comprende los diez años que hay entre un cero y otro (por ejemplo la década del 30: entre 1930 hasta 1940); pero este servidor insiste en que sería más exacto y conveniente contar de cinco en cinco (y considerar la década del 30: entre 1935 y 1945). Podríamos decir, respetando esta nueva norma que este año recién empieza la gran década de los ochenta. Musicalmente hablando la teoría tiene una gran lógica. Que fácil resulta agrupar dentro de la nueva década del 60 a los grandes años del rockandroll, desde Elvis y Berry hasta Beatles y Stones (y Dylan, Holly, J Brown y diecisiete mil más).
Beatles y Stones también persisten durante la década siguiente, la era acuariana y la fresca (y/o no tan fresca) psicodelia de los sesenta (entre 66 y 75). Completa desde Floyd con Barret hasta Zeppelín, los muertos de Monterrey y la Yasgur’s farm (Woodstock). Hasta los setenta leídos así tienen más lógica, la decadencia completa entre Rotten y su anarchy y hasta el maquillaje de Andy Taylor y Liz Taylor. Completos el tecno, la new wave, el pop, etcétera. Y llegamos a hoy: EL AÑO UNO. Bienvenidos.
Y esta observación (es sólo otra manera de ver el tiempo) no es para nada exclusiva del tema musical: La propia historia Argentina tiene más sentido midiendo así. La década entre 1945 y 1955 es un ejemplo elocuente.
También lo es la década del 75 al 85.
Volviendo al rock, en Argentina perfectamente puede ser imaginado usando décadas-Calamaro (me tomé la libertad de bautizarlas con mi apellido). Dos puntos, entre 1965 y 1975 son los golden years, la aparición de los masters y también el genuino y mejor momento de varios. La psicodelia nacional ¿por qué no? Los setenta, entre el 75 y hoy son claramente visibles: los años difíciles (para ser roquero), la fusión latina y el jazz rock, la paranoia de no ser buen músico, la paranoia de no ser muy moderno, la paranoia de ligar un fuerte bastonazo en las costillas entrando al Luna Park, el metal, la new wave y finalmente el pop indiscriminante hasta la frialdad otra vez. Así hasta hoy.
Seguramente habrá desfazajes de algún tipo (no ves que el mundo gira al revés), pero no tanto.
Varias cosas tengo en mente para terminar, alguna vez termine diciendo: "participen de los movimientos populares", hoy en día les diría: "prendan el televisor y mírenlo fijo". (Dos maneras de ver el mundo). O si no esta frase (evocativa), simplemente "John Lennon, Bob Marley, Marvin Gaye" Tres que no conocieron esta nueva década.
Adeus irmaos adeus (Dorival Caymi).










lunes, 15 de diciembre de 2008


Diario de Elenita ¿Quién se comió todo el helado?


Guitarras y armónicas en el pasto. El chico que quiso ser perro.



Espesa niebla de blancas aves rapaces que una a una, picoteando en su mente van pellizcan de ella historias de nubes antiguas visiones del campo.
Carca



Ya no estoy locamente enamorada, empecé a hacerme creer que esa instancia no era posible en relación a los muchachos.

Los días de cobro transcurren pasivos y hasta candidos, algún asado en fin. Los días de fin de mes, invade un viento terrible, el de la pobreza y el de las privaciones, el de pedir fiado o pedir plata en algún lado. Es una rutina la economía, se vuelve predecible.

El me cuenta cosas y yo me pregunto ¿Por qué no me besas tonto? Porque no hace nada, habrá que darle un empujón, pero no tengo ganas tampoco. Sin embargo, no estoy enamorada de él, ya no. Pienso en el pasado y digo fue amor fue amor, pero ahora no. Me molesta de mí, que estoy fumando y bebiendo durante la semana, y me preocupa tener el riñón carcomido, los pulmones negros y la nariz roja de borracho.

Yo escribo lo que me gusta ¿no es suficiente? ¿Seré imbecil?


Mi método defensivo es ser irreverente, presumida, hedonista ¿no se dan cuenta? Es porque no me caigo bien, creo que la persona que peor me cae soy yo misma. Que sentimental, a veces pienso que no tengo nada nuevo para decir, pero hay que decir igual.


No es casual porque yo un día le dije que gustaba de él y parece que se la tomo en serio. Y vi una foto suya que me mando Gervasio, y parece un ratatuil. Ahora si, nada más.



Siempre tuya, Elenita.

martes, 9 de diciembre de 2008




25


Pero si usted es un maleante. Basta verle la mirada, el recoveco de la orbita de sus ojos. Usted no puede aparentar nada, absolutamente nada. Va por la calle y basta sentir la ráfaga de aire que deja al pasar. Su perfume inspira temor, no se. Nadie se atrevería a decirle que no.

69


Y hoy veía las caras fatigadas de la gente que esperaba el colectivo. Tres personas estaban esperándolo desde hace tiempo y lucían bastante mal. Me preguntaron: ¿No sabes cuanto tarda el 62? Les conteste: Las frecuencias son realmente muy malas, suelen tardar bastante. Me contestaron: Gracias por decirnos algo esperanzador.

72


El árbol estaba al revés, el perro estaba al revés, el auto andaba dado vuelta. La prostituta fumaba el cigarrillo pero la cabeza la tenía contra el pasto y sus piernas onduladas pataleaban en dirección al cielo.


72 (de regreso al bis).


El relámpago violáceo. Si lo esperaba ansiosa, lo soñaba, lo anticipaba. Espero el fin del mundo. Espero el fin del mundo junto a vos. Ah no, era solo una lluvia.

26


Una ráfaga me voló el sobrero. Una muleta me piso violentamente el pie derecho. ¿Llueve que alegría?
Oh.

viernes, 5 de diciembre de 2008


Vuela un jet hacia el sur la cósmica cintura del folklórico ataúd de un DC-10 que se hace estrellas contra el suelo. Hoy estoy como un jet perdido entre las nubes sin señales para ver adónde voy. Pero mi corazón no es ciego, puedo subir al cielo puedo vivir haciendote el amor pero me voy. Otro whisky y ya van mil yo me pregunto entonces si aún estarías aquí cuando yo no era nadie y no tengo plata en el bolsillo. La nostalgia que otra vez, no entiendo los que hacen lo mismo que yo hice ayer pero como hasta ahí nomás como viviendo en el pasado. Me escapé sin pensar, escuché a los Beatles y me fui a buscar la soledad y vos también estabas verde. Puedo subir al cielo puedo morir haciendote el amor, pero me voy pero me voy...

miércoles, 3 de diciembre de 2008


Mete poder a la mañana.

lunes, 1 de diciembre de 2008

SE FI- NI- TO


La locura es la vida cuando la vida es
dolor y la mejor medicina de un ánimo enfermo es
la muerte.

William Shakespeare, Otelo.


Detrás de la cerradura de la puerta de la desvencijada añoranza estaba Felipe tan dormido como una pared como un grifo al que se le mecen los cabellos y el mar tan arrepentido de haber hecho tanto daño se adueño de Felipe para no dejarlo ir para retenerlo y decirle que lo acompañe y que lo cuide porque las grandes aguas solas no tienen sentido alguno más que para albergar peces de colores y que vas hacer con ese pobre descuartizado que ni es pararrayos que ni es troglodita es una ameba que salta por todos los lugares por eso no me cuentes otra vez que anduviste viendo televisión que anduviste caminando por los pasillos porque me aburren tus enseñanzas y tus lecciones que son repetitivas sos la pura repetición el cable magnético que sos no te lo quita nadie oíste no te lo quita nadie me gustaría que fueras eso eso eso eso eso tan complejo como eso por lo que si yo te regalara aquel libro que tengo en la mesa de luz vos simplemente me dirías que lo leíste y no me dirías nada más porque estas preparada para decirme todo lo que no quiero oír entonces fue tan desagradable verte sentía que me pinchaban lo ojos con las agujas de crochet de la abuela Teresa esa vieja arpía que guardaba sus ahorros en el topo yiyo ese de la década de ñaupa y por eso no se lo dejaba tocar a nadie y de que le sirvió tanta agonía en vida si al final se murió ciega y pobre y con toda esa plata guardada de otras épocas que ahora no le sirve a nadie y ella es una maldita como vos sos veneno por dentro te detesto porque haces que me deteste a mí también y al final y en el final donde te vas a ir si yo se que siempre te vas a quedar acá tomando el té con limón y la copita de jerez antes de dormir y los bombones garoto en el aparador de siempre y el espejo que esta bien roto pero te sirve para mirarte a medias porque vos sos todo a medias y cuando me insistías que me ibas a venir a visitar vos no viniste nada y eso me hace enojar porque yo te espere y te espere y nadie me decía nada de vos y todos hacían ver como que estabas muerta pero o no que no lo estabas te tienen escondida como yo una día soñé que te tenían guardada y que no te querían sacar a luz pero son todas elucubraciones falsas ¿o no? que estás donde siempre en la cama tallada ahí mismo te estoy viendo pensando en todo y en la infancia y en el piano y en el café y en el amor que engaña siempre a vos te engañó a mi también me falta al respeto por eso no confío ni un tantito porque yo vi el pasado y la mala memoria es siempre la que funciona hacia atrás hay otra memoria que corre caminos como un automóvil y es la que va para adelante es la del mañana la de la risa sórdida es la que uno recuerda pero para el otro lado y vos siempre me decías que los hombres son todos iguales que mejor confiar en uno solo y me mentiste porque ni eso se puede ya te lo explique una vez y te dije que eras una hipócrita pero eran todas mentiras también y vos me decías que yo era tan graciosa y te robé entonces las fotos de Cuba que me parecían muy eróticas como la muñeca Arturo que vivía para hacer cosas con los otros muñecos hasta que le corte la cabeza por atrevida y yo si mandaba cartas a Italia era para hacerme ver y basta porque me sigo enojando con vos cada vez más porque me abandonaste y me dejaste a la deriva y preferiste morirte y eso es bien egoísta porque si yo quiero hago lo mismo pero no lo hago porque esto es mejor que cualquier otra cosa sin embargo vos te dejaste sola y te quedaste con tu barco y tus esculturas de yeso que eran bien desnudas y con la historia del ingeniero naval y sabes que vos te podes ir a donde quieras pero yo te tengo atrapada del borde del vestido para una vez por todas no dejarte ir a ningún lado.




Ceferino Namuncurá


Anteayer visitamos con mi papá la tumba de Ceferino Namuncurá; y alguien le había llevado flores y alguien también las había pisado. Y aunque estaban pisadas eran flores muy arregladitas, y cuando leí la tarjeta decía: “De Ceferino Namuncurá para Ceferino Namuncurá”. Y eso no es posible ¿Dónde se ha visto que un difunto se regale flores a sí mismo? Y dicho esto una voz detrás de mi papá y de mí dijo: aquí. Cuando dimos vuelta la cara nos encontramos a Ceferino Namuncurá.

viernes, 28 de noviembre de 2008



La enfermedad que no te deja dormir y te deja flaco.

Era el sepulcral sonido de la radio que no se podía sintonizar sola, entre el Hurgarían y el panfletista desarmado, entre el clientelismo y el apoderado ¿Quién? Revoltijo de sabanas y pies destapados y quizá el motor de un ventilador polvoriento por el desuso del invierno ¿Quién es el que va llegar? Radio, radio hija de puta que balbucea como si fuera una radionovela. Es el fantasma del espejo, que en el espejo se refracta. Si, porque éste fantasma esta muerto por la abstinencia. Y yo que soy el fantasma soy el mismo que se queja de la radio de mierda y de Maria Ruiz Guinazu.



Breve anécdota de un desacomodado.

En el 58’ fui a ver el súper clásico, tenía una gorra de lana y Boca había ganado 2 a 0. En el 28’ llegóTrinidad de España, tenia unos ojos hermosos y como éramos primos hermanos nos fugamos a Córdoba. En el 85’ puse una zapatería en Flores. Justo el año pasado nació Trinidad y nos casamos con ella en marzo del 35’ en San Juan, porque resulta que el cura de Córdoba capital era amigo de…


Rompe portones de fábricas.

Hace muchos años en el club de San Justo había un equipo local que la rompía, eran los rompe portones y nosotros con el orgullo en la boca estábamos entusiasmadísimos. Los muchachos se bañaban después de jugar en el club y la caldera estaba en el sótano, entonces el casero la alimentaba con cualquier cosa. Un día me entere que el casero iba a los saldos de libros y le daban nose cuantos kilos de papel por dos mangos, Y EL TIPO alimentaba la caldera con libros, los prendía fuego. Tenía un raye verdadero. En ese momento me di cuenta de la relación secreta entre la literatura y el fútbol. Era un casero loco que tomaba vino, le excitaba ver a las letras quemarse y alentaba a los rompe portones para que le ganaran a esos de Villa Fiorito.

lunes, 24 de noviembre de 2008


Claro, la gente no nos entendía, pero como no estábamos haciendo laburo de base sino sólo public relations para tener un lugar no pálido donde tripear, no nos importaba. Estábamos relocos y las viejas déle coparse con el llanto, nosotros les pedimos que ese bajón de anfeta lo cortaran, sí, total, Evita iba a volver: había ido a hacer un rescate y ya venía, ella quería repartirle un lote de marihuana a cada pobre para que todos los humildes andaran superbien, y nadie se comiera una pálida más, loco, ni un bife.
Néstor Perlongher, Evita vive.

miércoles, 19 de noviembre de 2008


El muñeco de trapo y el triste final



¿Conoce usted paisajes pintados en los vidrios?
¿Y muñecos de trapo con alegres bonetes?

Raúl González Tuñón

Caí como los cuerpos muertos caen.

Dante





Y una mañana se levanto y vio para su horror lo que le tocaba.

Héctor tuvo una hija a los 26 años con Mónica. Fueron años muy rápidos que pasaron como vuelta de calesita. Cuando Héctor se puso a pensar su hija ya estaba crecidita y ya había cumplido los diez años, y ese fue el cumpleaños que más recordó porque su esposa Mónica murió ese mismo año. No fue un gran trauma, fue todo más bien breve y poco doloroso. Héctor no lloro, vio pasar el velorio como una película. La hija heredando el carácter del padre tampoco lloro, sintiendo el remordimiento infantil de desear en el fondo aquella muerte, ya que la madre no era demasiado prestigiosa. Gorda como era, bien enorme y rosada, y la piel tensa y la mirada durísima golpeaba a su hija cada vez que podía para imponerle los límites. La niña flacucha y temerosa, siempre inhibida por la impronta agresiva de la mama-gansa, bien madraza, cocinera de postres de vainillas. Por eso cuando se murió Mónica se observo que no la lloro nadie.

Entonces en la casa bien hacendosa se sintió un leve aire despejado y límpido. Quien dice que todas la muertes son para sufrir. Así siguió creciendo la niña, siempre sola y siempre ama de casa, el padre llegaba cuando el reloj marcaba las 22:00 puntuales.

Y la niña-mujer amaba las telenovelas, se sabía todo los pormenores y se entristecía cuando terminaban, soñaba con la telenovela eterna de 24 horas. Cada personaje guardaba un lugar sentimental en el corazón de la jovencita y ella alucinaba -con su fealdad y su naricita larguirucha y su cuerpecito flaquito- que era la chica que todos querían, la codiciada, la atractiva.

No tardaron en acontecer los 19 años y la niña-mujer, más mujer que niña, se encontró de nuevo sola y sin nadie, y sin macho de telenovelas. Su despertar no había podido ser satisfecho jamás, por eso no tardo en ocurrírsele una idea.

Compraría un muñeco, que siempre la aceptara, que siempre estuviera predispuesto, que se quisiera casar con ella como fuere, que no la golpeara, que la escuchara en todo. De esta forma compro un muñeco una vez y fabricándole el miembro y la ropa con la maquina de cocer, quedo todo terminado. Fueron los días mas felices de la joven, ella y él; el uno para el otro, toda la tarde. Cuando llegaba el padre la hija guardaba al hombre en su placard y durmiéndose el padre, la hija lo sacaba a relucir y lo acostaba en la cama con ella.

Siete años duro la pareja unida, hasta un miércoles atípico en donde el padre se retiro antes del trabajo por estar enfermo y llego a su casa a eso de las cinco. Entro a su casa y no encontrando a su hija en la cocina, la busco en la pieza, abriendo la puerta sorpresivamente, vio una imagen perdurable en la memoria de cualquiera. La hija encima del muñeco copulando ferozmente y el muñeco sobre la cama inerte, violado y re que te violado, aceptando a diestra y siniestra mandobles enloquecidos de la hija lujuriosa.


La escena que subsiguió al encuentro fue simplemente lastimosa. El padre se abalanzo al muñeco quitándoselo a la hija, que avergonzada comenzó a proferir gritos desgarradores. La joven tomo al muñeco por las piernas y el padre sacudiéndolo, lo logro apartar de un tiron. Lo llevo al patio y tras el llanto de su hija que estaba tirada en el piso de mosaico, hizo algo de lo que siempre se arrepentiría. Encontrando un bidón de nafta en el lavadero se lo vertió al infeliz hombre de trapo, y luego le tiro un fósforo encendido que lo prendió fuego. El muñeco ardió que los mil demonios y en un enrarecido final padeció, hasta quedar de él solo cenizas. La hija contemplando esta aberración por la ventana, inmóvil por el dolor que le profesaba esta imagen, se hecho encima lo que quedaba del bidón y sin que el padre pudiera impedirlo, se prendió fuego ella. Cuando el padre le tiro agua ya la cosa había ido demasiado lejos y era ahora la hija muerta la que yacía estúpida, pero con una sonrisa en la boca, feliz de haberse muerto junto al amor de toda la vida.



Flavia.

















lunes, 27 de octubre de 2008

Oh, eso no lo puedes evitar -repuso el Gato-. Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
-¿Cómo sabes que yo estoy loca? -preguntó Alicia.
-Tienes que estarlo afirmó el Gato-, o no habrías venido aquí...."










miércoles, 22 de octubre de 2008


Saguilla


90. Se mira y no se lo toca.


Me dirá usted que no ponga reparos, pero que quiere que le diga. De pronto lo vi, tan inexplicable, tan amorfo, con ese fuerte olor a mujer. Usted entenderá, esas pupilas sobrecargadas de cafeína, esos dedos de reptil que sale de agua, es simplemente resbaladizo.



91. Obsesionada que se enamora del Obsesionado. A la vez un loco tras el mostrador.


Es una esponja, es un lobo de mar. Me da la sensación laberíntica del nunca acabar.
Va bien, va queriendo. Usted vera que el musita susurritos (casi ni se le oye hablar) es puro ojos, es puro ojos. Yo le he hecho un cuento con final triste. Ya le he hecho una canción con acordes húmedos en correspondencia con su condición rectilínea uniforme variada. Río. Todos lo detestan. No se porque. Yo voy contenta danzando en los pasillos ¿lo conocen? ¿lo conocen? Que es lo que pasa, le echan por inútil, le echan a él.
Tengo ganas de decirle que yo no quiero que se vaya, que yo quiero que se quede, quiero quiero quiero (con presunta excitación infantil).



92. (blanco)



Y yo estaba de repente en Neuquén y la resolana me tenia de aquí para allá, yo se que alguien quiso que me sentara al otro lado de la esquina, en el banquito de latas, aquel. Que buscara en la estación aquellas pinturas, y que no estuvieran, que solo estuviera el tren que no conocía. Alguien procuraba que me calle, pero yo no quería.

Soñé con unos bigotes a lo franchute y una campera verde muy rota. Soñé con Borges otra vez. Soñé que dormía en lo de Doris y que a la cama le faltaba una pata. Cuando desperté a la cama le faltaba la pata y estaba evidentemente en lo Doris.




92. Para ese del cual uno se enamora platónicamente. ¡Qué plato!


Y vos… tan bigotudo, con tanta ansia de proletario. Ya no se como explicarte, es como mandarle una carta a un muerto. Es escribir en la pared de una casa abandonada. Es el paraje de los olvidados. Mañana le encaro para decirle que “basta de comunicación entrecortada”. Lo veo pasar una vez más y lo detengo.


93. Cuando conocí a la madre del niño proletario y tome conciencia de lo “mujer de la calle” que era.


Y si tu mamá es un par de tijeras. No ves que ceba mate, mira de reojo. Le conozco las intenciones a tu mamá. Mira crónica TV, piensa que soy una puta. Estaba esperando mi auto confesión, para mofarse de mí, para contarle a la vecina que su hijo tiene una novia malvada, lasciva. Pero ella es el venenito. Vos tenes que decirle aunque sea tu mamá, porque tu mamá parece mala pero es una divina. Yo la re quiero a tu mamá.






miércoles, 15 de octubre de 2008

Donde se cuenta un regreso que no regresa pero se recuerda.



Zulma querida, si pareciese un tiempo lejano aquel en donde te recuerdo, sentada enhebrando las agujas. Afuera tendiendo la ropa al alba, con las manos enjuagadas en un sudor frió. El frenesí con el que te atabas los cabellos –siempre igual- sin variaciones ni pretensiones de bonita, pero tan hermosa como un paisaje al cual se admira. Zulma, me has regalado tantas cosas… A las escondidas entre rumores tuyos, debajo de las sabanas que olían a naftalina y a flores. Mis dedos preseros entre tus cabellos castaños y esos ojos de cabrillita. No me entiendo Zulma. El día que partí de tu lado, me volví a la cama de roble para darte un último vistazo y comprendí rápidamente que ibas a estar mejor sin mí. Que yo con todo lo que soy, soy una carga para mi mismo. Mientras me tomaba el tren del mediodía no pensaba en vos (no voy a mentirte) pensaba en mi, que estupido soy.Y de pronto me vi formando parte de una cuidad que me recibió a empujones por las calles. Se me perdieron los zapatos y las medias Zulma. Olvide lo que había sido entre bares de la recova. Sin embargo un día por Acoite, vislumbre entre retazos de sol y edificios nublados a una muchacha muy parecida a vos, y te recordé en un pantanazo de imágenes.No importamos nada Zulma, nos redujimos a recuerditos distantes. El error más grande que cometí fue pensar que yo importaba más que vos y más que este mundo de mierda. De mierda si, porque también pensé que podía ser conquistado por una fascinación apócrifa. Me han vendido los espejitos de colores y me los ha quitado un usurero maldito. Pero y que, ahora camino con el automatismo de un animalito de la calle, y no confundas los tantos porque yo no te volví a querer, soy incapaz de que se me revuelvan las entrañas por alguien ¿Lo entiendes? Te casaste y diste a luz hijos ¿Cuántos Zulma? Que me importa.Que soy… supongo que un cobarde sin suerte, una suerte de cobarde. Y ahora te describo mi situación actual. Estoy sentado en un banco de alguna plaza que no se el nombre, compré un librito de Katherine Mansfield “La chica cansada y otros cuentos” no he comenzado a leerlo, tampoco tengo ganas de hacerlo, hay demasiado sol, demasiadas palomas, demasiados viejos gimnastas. Hace diez minutos observaba un cuerpo de mujer perfeccionado, frívolo y puntiagudo. Hace cinco minutos encendí un cigarrillo. En este instante dos trajeados pasaron indiferentes hablando de la caída de la bolsa. ¿Qué hago Zulma? Te escribo una carta con todos los recursos y las palabras que quedan bien, o te visito luego de cinco años de haberme marchado para que me saques volando y me pegues con una escoba deshilachada. Yo iluso en mi imaginario te tengo en el mismo lugar de antes, pero quien sabe si te mudaste o si te robo alguien y te desprendió de tu casita de adoquines. Tengo tan poco en que pensar, tengo tan confuso el interior de mi ser. Quiero disparar y correr ¿pero hacia donde? Me dirás que me mate, te responderé que lo hagas por mí porque no tengo el valor. No tengo nada porque vivir, esta falsa energía se me extiende a lo largo de los años y yo solo espero, que me mate el cigarrillo o una enfermedad extraña y que no sepa la cura nadie. Ayer un vago en un café me dijo “pibe, vos la parlas bien, si no tenes laboró escribite un libro de autoayuda”. Hombre, estas en lo cierto, este desgraciado puede decirle a los demás como deben vivir. Se puede llamar: “Renacer en el complejo siglo XXI” y puede tener una grata dedicatoria “Para Zulmita que me lleno de luz los días”.Áspero áspero áspero como un vino. Toda mentira para adoctrinar a los que quieren vivir mejor. Vivan peor hasta sacarse los dientes, pero vivan. Respiren hasta tomar conciencia de los pulmones. Lola






Dylan Thomas: Un sábado caluroso (Fragmento de Retrato de un Artista Cachorro)









Al pasar junto al reloj floral, en el Jardín de la Reina Victoria, gruñó. -¿Qué puede hacer ahora un imbécil? -dijo en voz alta, haciendo que una mujer joven que estaba sentada en un banco frente al mingitorio de mayólica blanca se sonriera, bajando su novela. Tenía el cabello castaño peinado en alto, a la moda antigua, bucles sueltos y un rodete, y de allí salía una blanca rosa Woolworth que se doblaba hacia abajo, tocándole la oreja. Llevaba un vestido blanco con una flor de papel rojo pinchada en su pecho y anillos y brazaletes que provenían de algún kiosco de feria. Los ojos eran pequeños y muy verdes. El muchacho anotó, cuidadosa y fríamente en una sola mirada, todos los raros detalles de su aspecto. Ern la certeza tranquila, impávida, de su apostura ante su mirada escrutadora; la seguridad de su sonrisa y la actitud de su cabeza; esa suavidad, esa extraña rareza que la defendía de todo mal encuentro, de toda mirada invitante, lo que le hizo temblar los dedos. Aunque su vestido era largo y el cuello alto, lo mismo podía estar desnuda allí, en la playa, su sonrisa confesaba que su cuerpo estaba desnudo, inmaculado, deseoso, tibio bajo la tela, y que ella esperaba, inocente. "Que hermosa es -pensó, puesta su mente en las palabras y los ojos en su cabello y en su piel blanca y roja-, qué hermosamente me espera, aunque no sabe que me espera, y jamás podré decírselo." Se había detenido y la miraba fijamente. Como una niña confiada ante una cámara, así estaba ella sentada y sonriente con las manos entrelazadas, la cabeza ligeramente inclinada, de modo que la rosa le tocaba el cuello. Aceptaba su admiración. Aquella muchacha, de entre un millón, se apoderaba de su larga mirada y acariciaba su amor estúpido. Le entraron mosquitos en la boca. Y siguió su marcha rápida, vergonzosamente. A las puertas del jardín se volvió para verla por última vez. Su brusca y torpe partida le había hecho perder la calma, y ella lo miraba fijamente, confusa. Había alzado una mano, como para pedirle que volviera. El volvía la esquina y oyó la voz de ella- llamándole por su nombre -cien nombres que eran su nombre-, por encima de las paredes cubiertas de plantas ¿Y qué podía hacer un imbécil aterrorizado y loco de amor?, preguntó silenciosamente a su propia figura reflejada en el espejo deformante del salón Victoria, que estaba vacío. Su cara simiesca, fláccida, con la palabra cerveza escrita sobre la frente, le devolvió una rota mueca de desdén.

sábado, 4 de octubre de 2008


Baltrazas de Batracio. Boxitracio.




Aclaración previa: Con una señorita de pelos ondulados hemos compartido la noche del día de ayer. Observamos entre traslaciones innecesarias las mismas secuencias. Lluego al llegar a una cama de luz intermitente y con la cabeza revuelta nos dispusimos a bocetear algunas letritas misteriosas que se agolparon en un gran cuartel sin sentido. Sin degustación una verborrea hizo su aparición. Vi to ria, es decir que en tiempos de sombras solo llevo una pluma atada a los pies que me sigue a todos los lugares a los que voy. Luego estas dos humildes personas Lola y Mechy hicieron dos versiones distantes del mismo globo ocular que toma formas considerablemente distintas en cada frecuencia de la radio que se suele escuchar. Quizá todo esto no valga la pena, es basura que se amontona en algún resquicio de mundo perdido.



Laberínticos túneles de enregadaderas por sobre la esfera redonda que giraba sin cesar en remolinos de viento. Y o lo vi. Invisibles sonidos se materializaban en vibraciones ignotas; luego la pausa –la preparación para lo que se continua-.

Los ojos, guirnaldas de ellos, parpadeando y con agujas clavadas Danzaban, por sobre la esfera que hacia semicírculos, y otra vez el túnel con suelo de garrapiñadas y la agitación de las camisolas.
No se si vi verdaderamente a la persona sentada, que hacía su cabeza hacia delante y hacía atrás. Me extrañaban mis movimientos lacónicos al compás de la música, eran de otro.
No me queda otra alternativa que pensar que yo en ese instante era el laberinto, el círculo, el semicírculo, la guirnalda de ojos lastimados y fisurados


Yo era música, era vibración y era definitivamente una camisa a rayas. ¿Quién, disculpe? Yo se que era un libro, una historia, una gran equivocación señor y una audacia.

Un rufián era el que amamantaba la bufanda, unos locos golpeaban el ascensor que los privaba de la libertad, una niña reía en la escalinata de congreso. ¿Y esa? Era la que bailaba frente al espejo el rock and roll de la mudez. “Me echaron de mi casa” dijo el malevo con un cigarro entre los dientes.
No era yo en todos esos casos o era. INSISTO: soy una piedra, soy el objeto que estas mirando y por ultima vez NO SOY ESTE ENVASE AJENO.

Dirá la inestabilidad de la baldosa que cruje a nuestros pasos ¿Quién corría hacia el interruptor? Corrías tu, corrías tu ¿Qué va ser de ti? ¿Qué va ser de mí?

Si adaptara la serie de incrustaciones a un todo mayor. Solo un sobretodo y rasgos de descendiente de alemán perdidos en la neblina. Estas flashando el tipo que nos esta siguiendo, nos esta cuidando acompañándonos. Abofetéame en esa esquina te lo pido, ahora piérdete. Sube la cuesta hasta saludar al tonto de la colina.

Hidalgo de armaduras gastadas sirve para otra batalla. Pero yo, el laberinto abandone esta partida. DESPIERTA QUE TODAVIA NO DORMISTE.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Recova de Once XIX Y el VENDEDOR AMBULANTE


Encontrar el objeto que olía a manzanas (profundas eran). Imaginarse a los pilones de papeles –me vuelven loca- porque no circulan, les cercenaron las cabezas a todos ellos. El camino era como cualquiera, excepto de la casa usurpada que gemía y con la ropa colgada en las afueras y la mampostería gritaba porque se venia abajo –anunciaba el estupor maldito-. Lentamente pasaba el aire, como en cámara lenta, y todos los gestos eran por igual lentos, amarrados de algo invisible que los contorsionaba como quería. Y la florería ¿no se echaban a perder esos claveles? Con el clima inestable este, y la humedad que todo lo pegotea y todo lo penetra. Mis pies caminan solos. Supongo que si.
Es que es el tic tac del reloj de la pared que informa una especie de secuencias que narra o que deja al descubierto. El ascensor mientras pasa por sobre nuestras cabezas con una luz o con varias puertas y dan ganas de meter los dedos y las manos en la aberturas, para cerciorarse de que los corte. Y ya la desesperación lo inunda todo, lo sabotea todo, lo saquea todo. Dan verdaderas ansias de tener un risco cerca y de ahí bambolearse con el viento hasta volar y caer, o caer y salir volando. Va bien, dice que asómenos bien. Solamente andate bien lejos, donde te vean los desconocidos que no me conocen. Y si te ven –vaya- voy a correr, para que no me atrapen, para que no me cuenten, ni me hablen.
Para saludar a la vecina con un cordial como le va, y observar como riega sus macetas –cada mañana solo letras y un ventanal con postigones de madera. Y si venís a molestarme –vaya- no te abriré la puerta y la música estará muy alta para ese entonces.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Reflexiones estupidas de Enriqueta Ruiz.


Diga de aquel que se vierte espuma en los horizontes recónditos. Solo para regalarle un almanaque del año 1995 que preguntaba cordialmente: ¿usted desea estallar? Si, usted lo desea, y nosotros lo deseamos.

Por alguna de esas casualidades se acerca un hombrecillo y me comenta que sabe un secreto inescrutable. Es necesario que se divulgue. El mequetrefe le encontró final a la numeración. Me parecía casi imposible, increíble. El problema consistía en que no me interesaba demasiado el asunto. Una vez leí que si existía Dios, el único que tenia el final de los números era el (sabia indudablemente cuantas unidades había hecho de cada cosa). En fin, entonces el tipo era un Dios, o uno de ellos, o el hijo de alguno de ellos o la recopilación de todos los existentes.

Uno crece y pierde la gracia, entonces lo olvidan.

Uno crece y pierde la gracia, entonces lo olvidan.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Prismáticos del 42 (lo que) (la que) en EL.


Pero si son los hijos de doña Asunta, la que vive en la calle de tierra, en los ojos de Helena.
No importa si esto es una foto que miro a través del prismático, o es el negro que ya se murió hace como dos décadas o mas.
O el guapo (la cerveza se ha evaporado, es una ilusión óptica inexistente para nuestro momento).


Comienza a rodar la cosa y las manchas chispeantes en la pared y toda la cuidad es como la cuidad que pinta Berni (el de los nacarados y el Juanito Laguna que juega a la mancha con Pedro Paramo).

Vio que la gente esta encerrada como en el gran letargo, viven mientras duermen; y cuando viven duermen (sonámbulos y de pie) caminan. Por esa razón fagocitaron las críticas que se las dieron además al perro para que las mastique mientras tanto. Y vio que uno esta como insano, porque responde muy mal ciertas preguntas.
Me queda la foto de 1942 con calidad excelente, y los tiradores con los sindicatos y los sindicalistas como Severo Arcangelo.

Helena que usa el bastón, ya no es la niña de antaño.
Pero de repente un estruendo hizo que se me amigaran las épocas y las epopeyas y yo ya no se si estoy en el 2008 o si estoy en 1942.
Rejuvenecen los rostros y yo me extingo, no soy siquiera polvo. Soy la nada flotante que escribe.

Helena mira el sol y los ojos le brillan con

Más astucia, es una milonga mas dice.

¿Y como es?


El cielo, es decir, a través de los prismáticos anaranjados. Crecen y crecen hasta llegar a tener tamaños i n s o s p e c h a d o s.
Luego el prismático mismo es más grande que todo nuestro cuerpo y ahora sus lentes nos reflejan enteros y nos miran a nosotros.

En Ofelia: produites par leurs servisteis, ministres de corruption.

Era aquel hombre, que se tomaba una cerveza con su amigo “el negro” (aquel loco afroamericano que luego se hizo fanático evangelista). En aquel lugar que hacia sentirse rico al pobre.

Vuelven los tiradores y las fábricas textiles ruidosas de 1942.
La cerveza que enfriaba las bocas sedientas, infaltable también el hombre del bonete que las sirve.
Las caras de los guapos tangueros que le corrían a la milonga (en el club de Mataderos) y como olvidar los ojos de Helena (la hija de los gallegos).
Eh, HELENA con los ojos aguamarina, la que provoco aquellos pleitos.
El asunto del caballo de mentira, el de adorno, el que tenía dentro todos esos nomos de cartón.
¡Ay Helena! Dice Juancito, si te casas conmigo, yo soy solo un obrero.
Si no la dejan los gallegos casarse se tira bajo el tren.
Que locuras Helena la de los ojos de praderas y corderos. La de Pedro y el lobo.

Ella era Pedro, pero también era el Lobo.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Elsa versa


Es que el chirrido, el maldito chirrido que es como si me indicara que hay alguien tras la puerta, pero son también las olas, una escaramuza de dos o tres (la cumparcita o el dos por cuatro) y una clase tediosa en donde se repite senpiternae, ae ae.
Veras que es hora de abandonar los lugares, y las sillas. El sol que entra por el ventiluz es tan efímero y la gata se revuelca en el, como en medio de un festejo sin fin.
Había entro de todo una cosa interesante sobre el origen del mundo, era mas o menos una reina africana que paria todos los días. Si, daba a luz árboles y serpientes. Había otra que había dado a luz una almeja (extrañísima la cosa) la almeja a su vez fue preñada por un aceite de coco (en una bañadera) y se había hinchado bastante para dar luego a luz a dos hijos que crecieron en un día, y se convirtieron en muchachos. Después un matrimonio que vivía dentro de una botella, y un burro que tosía monedas de oro, Pedro de lo más contento cayó del precipicio. Me parecen las cosas de todos los días gobernadas por una lógica bastante absurda, nadie me explica porque hoy la librería estaba inundada hasta por los tobillos del señor Borges. Y un hombre preguntaba si tenían heterodoxia, y se quedo bastante rato mirando un librito de Mark Twain (Teniendo este un hermano gemelo, y en un río ahogase uno sin saber nunca cual de los dos). Pensando que el mismo era Huckleberry Finn, en el cantar de Fin O viceversa, versa, ersa, adiós Elsa.

jueves, 18 de septiembre de 2008

De la calle aquella, en una explanada de viento y marea y una luna

Que se instalaba redonda y gigantesca como queriéndose comer el mundo.

Resurge y repaceré en otros sitios lejanos y cruzándose por entre las ramas que intentan taparla pero no deben.

Y en mi bolsillo el puñal escondido, esperando el momento preciso, deseoso y hambriento, el que nunca había matado a otro, ahora quería desencadenar su ira.

El que me ama (yo se que lo hace) hoy merece morir y yo lo merezco mas.

Pero hoy le toca la suerte en las ruletas de los casinos y en los burdeles.

Sus labios suavemente me clavan un beso que suena a la despedida definitiva.

Y yo lo beso, para darle la muerte que lo corre con el tiempo de los segundos que esperan.

Mi mano actúa en una representación casi romana, toma el puñal –involuntaria- y lo clava. El no lo impide, lo recibe como el rey malandra que es, porque me ama.

Pero no deja de besarme, y aguanta la presión del dolor eterno.

Los ojos muertos, ya vacíos, miran los míos con la brillantez marchita.

Lo sostengo porque amenaza con caer hasta que cae, desplomado como un ave a la que la han bajado de un honderaso justo y preciso.

Luego del terror mate a un hombre, al único que me amaba.

Y ahora… ahora debo correr.

Versión apócrifa de Magdalena


De la calle aquella, en una explanada de viento y marea y una luna

Que se instalaba redonda y gigantesca como queriéndose comer el mundo.

Resurge y repaceré en otros sitios lejanos y cruzándose por entre las ramas que intentan taparla pero no deben.

Y en mi bolsillo el puñal escondido, esperando el momento preciso, deseoso y hambriento, el que nunca había matado a otro, ahora quería desencadenar su ira.

El que me ama (yo se que lo hace) hoy merece morir y yo lo merezco mas.

Pero hoy le toca la suerte en las ruletas de los casinos y en los burdeles.

Sus labios suavemente me clavan un beso que suena a la despedida definitiva.

Y yo lo beso, para darle la muerte que lo corre con el tiempo de los segundos que esperan.

Mi mano actúa en una representación casi romana, toma el puñal –involuntaria- y lo clava. El no lo impide, lo recibe como el rey malandra que es, porque me ama.

Pero no deja de besarme, y aguanta la presión del dolor eterno.

Los ojos muertos, ya vacíos, miran los míos con la brillantez marchita.

Lo sostengo porque amenaza con caer hasta que cae, desplomado como un ave a la que la han bajado de un honderaso justo y preciso.

Luego del terror mate a un hombre, al único que me amaba.

Y ahora… ahora debo correr.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Conquistador, there is no time, I must pay my respects.
Money, so they say

Is the root of all evil today.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Sea


Magullaban, por entre los pastos.

Magullaban si, por el insuperable si.

La felicidad esta en mi bolsillo izquierdo, no.

Te miro, no puedo mas que agredirte con mis palabras, si.

Las palabras –que de ellas- resuenan con un eco profundo, del odio

cultivado por muchas décadas, o apenas 1.

A cada palabra te mato un poco (creo).

En cada lucubración me mato un poco yo.

Jugamos jugamos jugamos, a morirnos cada vez mas, jugamos a la guerra, jugamos a asesinarnos como fuere –tu en tu trinchera y yo en la MIA-.

¿Pero no ves? Me estoy muriendo, me estas matando vos.

¿Pero no ves? Me estas matando YO.

YO, me estas clavando un puñal. YO, no me vuelvas a pedir que me sacrifique por vos.

YO no permitas que caiga.

YO, te odio.

Vos deberías morirte YO, deberían aniquilar tu discurso patético, deberían exterminarte. Porque YO, me estas matando y te estas muriendo (no te das cuenta). Estas sangrando sola, y no iré a socorrerte esta vez, no.

Nadie vendrá por ti, aunque llores fuerte y te tires al piso anaranjado, aunque blasfemes y golpees puertas, ni que te muerdas las uñas.

Aunque te escapes por la ventana y te burles de mi en el espejo.

Aunque, escribas estas líneas, con la única desesperación de gritarle al mundo, (a YO), que te escuchen.

Ya no te salvan, ni tus canciones, ni tu guitarra desafinada. Ya no quieren escucharte.

Miserable YO, deberás morir solo.

domingo, 31 de agosto de 2008

Oboe doe none one one


El Eternauta al lado mio. LOOK OUT.
Porque
Maggie comes fleet foot
Face full of black soot.
Un sapo el dia nefasto de febrero.
Dylan siempre cercano de todas formas.

sábado, 30 de agosto de 2008

Acabo de asistir al Nacimiento de la Música.


DELIA ELENA SAN MARCO

Nos despedimos en una de las esquinas del Once.
Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado vuelta y me dijo adiós con la mano.
Un río de vehículos y de gente corría entre nosotros; eran las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel río era el triste Aqueronte, el insuperable.
Ya no nos vimos y un año después usted había muerto.
Y ahora yo busco esa memoria y la miro y pienso que era falsa y que detrás de la despedida trivial estaba la infinita separación.
Anoche no salí después de comer y releí, para comprender estas cosas, la última enseñanza que Platón pone en boca de su maestro. Leí que el alma puede huir cuando muere la carne.
Y ahora no sé si la verdad está en la aciaga interpretación ulterior o en la despedida inocente.
Porque si no mueren las almas, está muy bien que en sus despedidas no haya énfasis.
Decirse adiós es negar la separación, es decir: Hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros.
Delia: alguna vez anudaremos ¿junto a qué río? este diálogo incierto y nos preguntaremos si alguna vez, en una ciudad que se perdía en una llanura, fuimos Borges y Delia.


J. L. Borges


No me interesa contarte que *es de mi vida*.

Solo puedo aclarar, que en Firmat las hamacas se mueven solas. Es relevante este asunto, aunque parezca sencillamente una manera de llamar la atención (por parte de los pobladores y de sus monótonas vidas). De cualquier manera; después de recopilar una cierta información, uno de los vecinos me contó una historia bastante bonita –la de un fantasma de unos 10 años de edad que aterrorizaba la zona- Además de asustar, suele hamacarse frecuentemente para llamar a canales de televisión como crónica TV, para llamar a un grupo de científicos de Japón y para armar un gran revuelo religioso, debido a que los católicos, evangélicos y algunos otros piensan que el fantasmita es un ángel del señor.

Mi hipótesis consistió de buenas a primeras en que los *inconscientes* de toda aquella urbe, trabajaban como un campo energético y hacían mover la respectiva hamaca, la histeria colectiva después de todo es un gran poder. Sin embargo, después de encontrar en el museo de Firmat un satélite con aire comprimido dentro, aquella fábula no me pareció tan descabellada. Todos deberían pasar los veranos en el interior.

Las imágenes me las presto un vecino, dice que el Áurea que se puede llegar a vislumbrar (con mucha imaginación y muchos cuentos tenebrosos ingleses) es el supuesto fantasma.

viernes, 29 de agosto de 2008

Yo es otro

Yo es otro porque levantarse por el pelo, es algo posible.