lunes, 27 de octubre de 2008

Oh, eso no lo puedes evitar -repuso el Gato-. Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
-¿Cómo sabes que yo estoy loca? -preguntó Alicia.
-Tienes que estarlo afirmó el Gato-, o no habrías venido aquí...."










miércoles, 22 de octubre de 2008


Saguilla


90. Se mira y no se lo toca.


Me dirá usted que no ponga reparos, pero que quiere que le diga. De pronto lo vi, tan inexplicable, tan amorfo, con ese fuerte olor a mujer. Usted entenderá, esas pupilas sobrecargadas de cafeína, esos dedos de reptil que sale de agua, es simplemente resbaladizo.



91. Obsesionada que se enamora del Obsesionado. A la vez un loco tras el mostrador.


Es una esponja, es un lobo de mar. Me da la sensación laberíntica del nunca acabar.
Va bien, va queriendo. Usted vera que el musita susurritos (casi ni se le oye hablar) es puro ojos, es puro ojos. Yo le he hecho un cuento con final triste. Ya le he hecho una canción con acordes húmedos en correspondencia con su condición rectilínea uniforme variada. Río. Todos lo detestan. No se porque. Yo voy contenta danzando en los pasillos ¿lo conocen? ¿lo conocen? Que es lo que pasa, le echan por inútil, le echan a él.
Tengo ganas de decirle que yo no quiero que se vaya, que yo quiero que se quede, quiero quiero quiero (con presunta excitación infantil).



92. (blanco)



Y yo estaba de repente en Neuquén y la resolana me tenia de aquí para allá, yo se que alguien quiso que me sentara al otro lado de la esquina, en el banquito de latas, aquel. Que buscara en la estación aquellas pinturas, y que no estuvieran, que solo estuviera el tren que no conocía. Alguien procuraba que me calle, pero yo no quería.

Soñé con unos bigotes a lo franchute y una campera verde muy rota. Soñé con Borges otra vez. Soñé que dormía en lo de Doris y que a la cama le faltaba una pata. Cuando desperté a la cama le faltaba la pata y estaba evidentemente en lo Doris.




92. Para ese del cual uno se enamora platónicamente. ¡Qué plato!


Y vos… tan bigotudo, con tanta ansia de proletario. Ya no se como explicarte, es como mandarle una carta a un muerto. Es escribir en la pared de una casa abandonada. Es el paraje de los olvidados. Mañana le encaro para decirle que “basta de comunicación entrecortada”. Lo veo pasar una vez más y lo detengo.


93. Cuando conocí a la madre del niño proletario y tome conciencia de lo “mujer de la calle” que era.


Y si tu mamá es un par de tijeras. No ves que ceba mate, mira de reojo. Le conozco las intenciones a tu mamá. Mira crónica TV, piensa que soy una puta. Estaba esperando mi auto confesión, para mofarse de mí, para contarle a la vecina que su hijo tiene una novia malvada, lasciva. Pero ella es el venenito. Vos tenes que decirle aunque sea tu mamá, porque tu mamá parece mala pero es una divina. Yo la re quiero a tu mamá.






miércoles, 15 de octubre de 2008

Donde se cuenta un regreso que no regresa pero se recuerda.



Zulma querida, si pareciese un tiempo lejano aquel en donde te recuerdo, sentada enhebrando las agujas. Afuera tendiendo la ropa al alba, con las manos enjuagadas en un sudor frió. El frenesí con el que te atabas los cabellos –siempre igual- sin variaciones ni pretensiones de bonita, pero tan hermosa como un paisaje al cual se admira. Zulma, me has regalado tantas cosas… A las escondidas entre rumores tuyos, debajo de las sabanas que olían a naftalina y a flores. Mis dedos preseros entre tus cabellos castaños y esos ojos de cabrillita. No me entiendo Zulma. El día que partí de tu lado, me volví a la cama de roble para darte un último vistazo y comprendí rápidamente que ibas a estar mejor sin mí. Que yo con todo lo que soy, soy una carga para mi mismo. Mientras me tomaba el tren del mediodía no pensaba en vos (no voy a mentirte) pensaba en mi, que estupido soy.Y de pronto me vi formando parte de una cuidad que me recibió a empujones por las calles. Se me perdieron los zapatos y las medias Zulma. Olvide lo que había sido entre bares de la recova. Sin embargo un día por Acoite, vislumbre entre retazos de sol y edificios nublados a una muchacha muy parecida a vos, y te recordé en un pantanazo de imágenes.No importamos nada Zulma, nos redujimos a recuerditos distantes. El error más grande que cometí fue pensar que yo importaba más que vos y más que este mundo de mierda. De mierda si, porque también pensé que podía ser conquistado por una fascinación apócrifa. Me han vendido los espejitos de colores y me los ha quitado un usurero maldito. Pero y que, ahora camino con el automatismo de un animalito de la calle, y no confundas los tantos porque yo no te volví a querer, soy incapaz de que se me revuelvan las entrañas por alguien ¿Lo entiendes? Te casaste y diste a luz hijos ¿Cuántos Zulma? Que me importa.Que soy… supongo que un cobarde sin suerte, una suerte de cobarde. Y ahora te describo mi situación actual. Estoy sentado en un banco de alguna plaza que no se el nombre, compré un librito de Katherine Mansfield “La chica cansada y otros cuentos” no he comenzado a leerlo, tampoco tengo ganas de hacerlo, hay demasiado sol, demasiadas palomas, demasiados viejos gimnastas. Hace diez minutos observaba un cuerpo de mujer perfeccionado, frívolo y puntiagudo. Hace cinco minutos encendí un cigarrillo. En este instante dos trajeados pasaron indiferentes hablando de la caída de la bolsa. ¿Qué hago Zulma? Te escribo una carta con todos los recursos y las palabras que quedan bien, o te visito luego de cinco años de haberme marchado para que me saques volando y me pegues con una escoba deshilachada. Yo iluso en mi imaginario te tengo en el mismo lugar de antes, pero quien sabe si te mudaste o si te robo alguien y te desprendió de tu casita de adoquines. Tengo tan poco en que pensar, tengo tan confuso el interior de mi ser. Quiero disparar y correr ¿pero hacia donde? Me dirás que me mate, te responderé que lo hagas por mí porque no tengo el valor. No tengo nada porque vivir, esta falsa energía se me extiende a lo largo de los años y yo solo espero, que me mate el cigarrillo o una enfermedad extraña y que no sepa la cura nadie. Ayer un vago en un café me dijo “pibe, vos la parlas bien, si no tenes laboró escribite un libro de autoayuda”. Hombre, estas en lo cierto, este desgraciado puede decirle a los demás como deben vivir. Se puede llamar: “Renacer en el complejo siglo XXI” y puede tener una grata dedicatoria “Para Zulmita que me lleno de luz los días”.Áspero áspero áspero como un vino. Toda mentira para adoctrinar a los que quieren vivir mejor. Vivan peor hasta sacarse los dientes, pero vivan. Respiren hasta tomar conciencia de los pulmones. Lola






Dylan Thomas: Un sábado caluroso (Fragmento de Retrato de un Artista Cachorro)









Al pasar junto al reloj floral, en el Jardín de la Reina Victoria, gruñó. -¿Qué puede hacer ahora un imbécil? -dijo en voz alta, haciendo que una mujer joven que estaba sentada en un banco frente al mingitorio de mayólica blanca se sonriera, bajando su novela. Tenía el cabello castaño peinado en alto, a la moda antigua, bucles sueltos y un rodete, y de allí salía una blanca rosa Woolworth que se doblaba hacia abajo, tocándole la oreja. Llevaba un vestido blanco con una flor de papel rojo pinchada en su pecho y anillos y brazaletes que provenían de algún kiosco de feria. Los ojos eran pequeños y muy verdes. El muchacho anotó, cuidadosa y fríamente en una sola mirada, todos los raros detalles de su aspecto. Ern la certeza tranquila, impávida, de su apostura ante su mirada escrutadora; la seguridad de su sonrisa y la actitud de su cabeza; esa suavidad, esa extraña rareza que la defendía de todo mal encuentro, de toda mirada invitante, lo que le hizo temblar los dedos. Aunque su vestido era largo y el cuello alto, lo mismo podía estar desnuda allí, en la playa, su sonrisa confesaba que su cuerpo estaba desnudo, inmaculado, deseoso, tibio bajo la tela, y que ella esperaba, inocente. "Que hermosa es -pensó, puesta su mente en las palabras y los ojos en su cabello y en su piel blanca y roja-, qué hermosamente me espera, aunque no sabe que me espera, y jamás podré decírselo." Se había detenido y la miraba fijamente. Como una niña confiada ante una cámara, así estaba ella sentada y sonriente con las manos entrelazadas, la cabeza ligeramente inclinada, de modo que la rosa le tocaba el cuello. Aceptaba su admiración. Aquella muchacha, de entre un millón, se apoderaba de su larga mirada y acariciaba su amor estúpido. Le entraron mosquitos en la boca. Y siguió su marcha rápida, vergonzosamente. A las puertas del jardín se volvió para verla por última vez. Su brusca y torpe partida le había hecho perder la calma, y ella lo miraba fijamente, confusa. Había alzado una mano, como para pedirle que volviera. El volvía la esquina y oyó la voz de ella- llamándole por su nombre -cien nombres que eran su nombre-, por encima de las paredes cubiertas de plantas ¿Y qué podía hacer un imbécil aterrorizado y loco de amor?, preguntó silenciosamente a su propia figura reflejada en el espejo deformante del salón Victoria, que estaba vacío. Su cara simiesca, fláccida, con la palabra cerveza escrita sobre la frente, le devolvió una rota mueca de desdén.

sábado, 4 de octubre de 2008


Baltrazas de Batracio. Boxitracio.




Aclaración previa: Con una señorita de pelos ondulados hemos compartido la noche del día de ayer. Observamos entre traslaciones innecesarias las mismas secuencias. Lluego al llegar a una cama de luz intermitente y con la cabeza revuelta nos dispusimos a bocetear algunas letritas misteriosas que se agolparon en un gran cuartel sin sentido. Sin degustación una verborrea hizo su aparición. Vi to ria, es decir que en tiempos de sombras solo llevo una pluma atada a los pies que me sigue a todos los lugares a los que voy. Luego estas dos humildes personas Lola y Mechy hicieron dos versiones distantes del mismo globo ocular que toma formas considerablemente distintas en cada frecuencia de la radio que se suele escuchar. Quizá todo esto no valga la pena, es basura que se amontona en algún resquicio de mundo perdido.



Laberínticos túneles de enregadaderas por sobre la esfera redonda que giraba sin cesar en remolinos de viento. Y o lo vi. Invisibles sonidos se materializaban en vibraciones ignotas; luego la pausa –la preparación para lo que se continua-.

Los ojos, guirnaldas de ellos, parpadeando y con agujas clavadas Danzaban, por sobre la esfera que hacia semicírculos, y otra vez el túnel con suelo de garrapiñadas y la agitación de las camisolas.
No se si vi verdaderamente a la persona sentada, que hacía su cabeza hacia delante y hacía atrás. Me extrañaban mis movimientos lacónicos al compás de la música, eran de otro.
No me queda otra alternativa que pensar que yo en ese instante era el laberinto, el círculo, el semicírculo, la guirnalda de ojos lastimados y fisurados


Yo era música, era vibración y era definitivamente una camisa a rayas. ¿Quién, disculpe? Yo se que era un libro, una historia, una gran equivocación señor y una audacia.

Un rufián era el que amamantaba la bufanda, unos locos golpeaban el ascensor que los privaba de la libertad, una niña reía en la escalinata de congreso. ¿Y esa? Era la que bailaba frente al espejo el rock and roll de la mudez. “Me echaron de mi casa” dijo el malevo con un cigarro entre los dientes.
No era yo en todos esos casos o era. INSISTO: soy una piedra, soy el objeto que estas mirando y por ultima vez NO SOY ESTE ENVASE AJENO.

Dirá la inestabilidad de la baldosa que cruje a nuestros pasos ¿Quién corría hacia el interruptor? Corrías tu, corrías tu ¿Qué va ser de ti? ¿Qué va ser de mí?

Si adaptara la serie de incrustaciones a un todo mayor. Solo un sobretodo y rasgos de descendiente de alemán perdidos en la neblina. Estas flashando el tipo que nos esta siguiendo, nos esta cuidando acompañándonos. Abofetéame en esa esquina te lo pido, ahora piérdete. Sube la cuesta hasta saludar al tonto de la colina.

Hidalgo de armaduras gastadas sirve para otra batalla. Pero yo, el laberinto abandone esta partida. DESPIERTA QUE TODAVIA NO DORMISTE.