lunes, 7 de septiembre de 2009



La Bestia en su casa



Está lloviendo y es mejor que pronto coloque en cada gotera del techo, algo, para que el piso de madera no se moje devuelta y en consecuencia se ponga verde y se pudra. Es invencible el hecho de que llueva en mi cara, y que me hipnoticen las paredes color gris, que eran de un geriátrico, que eran de un asilo. Nadie tuvo el valor de pintarles encima.


¿Qué me ponga a pensar cuanta gente murió entre estas paredes? ¿Y si alguien se acuerda de ellos? ¿O de mí?
Y voy descubriendo, soy la conquistadora de mi casa, hasta el punto de notar cada vez, más goteras nuevas. Entonces voy a usar las ollas, las tacitas, los cuencos de la sopa. Desenterrando una sinfonía de agua.

Estoy buscando un libro color blanco –no se de que era-, sé que tenía unas fotos muy impresionables. Lo sé. La casa va desapareciendo. No estoy en ella. Entonces no llueve.

Voy mascando un chicle. Puse un disco para que me venga a buscar el mago de la música.

Y si es esta, la última oportunidad que tengo de decir, tengo que aclararles que nunca es suficiente, que me siento dominada por una presión milenaria e infernal.

En el momento de quedarme sola, golpean la puerta.

1 comentario:

Mechi dijo...

me gusto lo del mago de la música.

saludos,dear lola!