jueves, 18 de marzo de 2010

El vendedor de medias

Los días se semana me quedaba sola en mi casa. Casi siempre me la pasaba acostada porque me aburría muchísimo.
No era por el hecho de estar sola porque acompañada me aburría lo mismo. Entonces alternaba la cama con el teléfono, el teléfono con diez minutos de televisión que me exasperaban.
Los jueves venía el vendedor de medias.
Él decía: -¿está tu mamá? Y yo le respondía siempre:- no, esta trabajando.
Apenas escuchaba que mi mamá no estaba se iba. Lo raro es que no se diera cuenta después de tantas semanas que mi mamá nunca estaba a esa hora. Tampoco entendía por qué no me quería vender las medias a mi. Después de mucho tiempo, empecé a pensar que el vendedor de medias tenía otras razones para venir, aunque nunca me interesó averiguar cuales eran.
Un día jueves volví a sentir el timbre a las cuatro de la tarde. Abrí.
-¿Quién es?
-el hombre de las medias ¿está tu mamá?
-no se encuentra ella.
Y por fin me dijo otra cosa: -bueno vengo un día que ella esté.
-¿pero vos no venís los jueves nada más?
-no me molestaría venir otro día.
-¿querés esperar dentro de mi casa a que venga?
-esta bien.
-¿A qué hora viene tu mamá?
-a las ocho.
-Son las cuatro recién ¿querés venir a mi casa?
-¿es muy lejos?
-cinco cuadras.
-bueno.

Salimos de mi casa en silencio. Lo seguí las cinco cuadras que terminaron siendo ocho. Su casa era blanca con arbolitos afuera. Entramos y fuimos a la habitación.
Arriba de la cómoda había una especie de títeres hechos con medias de colores. Estaban bastante mal hechos, tenían ojos de botones, a casi todos les faltaba un ojo.
-que lindos -dije.
-si, son mi orgullo, soy titiritero además de vendedor de medias.
-¿si? yo además de estar en mi casa, a veces ayudo a mi papá en su almacén.
-debe ser divertido ¿tu mamá también trabaja en el almacén?
-si, mis papás trabajan juntos pero están separados. A veces se pelean en el negocio y es una vergüenza por los clientes.
-y ¿por qué no se turnan? Uno a la mañana y otro a la tarde, para no verse, digo.
-porque no quieren, les gusta trabajar juntos.
-ah, ¿vamos a la cama?

De pronto vi que la cama tenía un acolchado floreado. Desde siempre los acolchados floreados habían sido objeto de mi repulsión.
-mejor no, sabés…
-¿por?
-porque me parece que se va a largar a llover, y si no llego antes a mi casa me voy a mojar toda.
-¡que macana! Yo encima no tengo paraguas para prestar.
-además (lo había visto en una película) es la hora de la hora.
-¿qué?
-que es la hora de irme.
De pronto, observando la habitación veo un portarretratos con una foto de mi abuela arriba de la repisa.
-¡che, esa la de la foto es mi abuela!
-¿de verdad? es amiga de mi mamá.
-¿y tu mamá?
-no se, esta de viaje.
-ah mirá vos.
-bueno, ¿querés unas medias?
-no traje plata la verdad.
-no importa, me las pagas otro día.

3 comentarios:

Martín Zariello dijo...

Me encantó. Es inquietante porque no me doy cuenta si quien narra es una nena o alguien grande. Y eso de "es la hora de la hora" es genial. Saludos.

Nicolás Pedretti dijo...

me encanta tu cuento te lo dije treinta mil veces, te amo y a eso ya te lo dije y no me canso.

abrirteparaver dijo...

¡qué lindo!