lunes, 6 de abril de 2009

El rock no nos dejó pensar en otra cosa que no fuera rock, es imperativo. Suena en un garaje, en mi cuarto y en la radio del colectivo. El rock soy yo (vos), la vaca y el grass, en mi cama, y lo veo en mi póster de la pared. Es la cura, es la anestesia, es el ansiolítico y el revival.
La ola monstruosa porque arranca de cuajo, invade.
Construye después que arrasó como el fuego.
Es una armónica a la mañana. Antes de que empiece hay un silencio que
se ve interrumpido por un acorde, un coro, una batería fulminante, un bajo como una
escalera. El latir del cuerpo, de la sien (ha llegado la salvación y la redención). La caída.
El ascenso grandioso, el llanto el sexo la excitación la locura la luna lo lunático el piso.
La muerte, la muerte (la vida después de la muerte). La carne, el segundo, una voz, esa
voz, un segundo –l a l e n g u a que lame y escupe el asfalto al mismo tiempo-. Una sinfonía. El volumen hasta arriba, más arriba. El g r i t o, los gritos, un grito, ; el pogo, la patada, las sangres, mi sangre, la tuya. Nada en la nada. Sun sun sun. I WANT YOU. Un tornado, el tornado. “¿Obsesiva? obsesiva, obsesiva, Mejor decir que estoy loca”.

“Es por el ansia, es por nada, no es por nada, te quiero y nada".

##s^f%$&d^dh%s&%.

1 comentario:

Quinientos Once dijo...

"El rock no nos dejó pensar en otra cosa que no fuera rock, es imperativo."
Creo que ahí se resume esa desesperanza tan chota que se siente cuando se sabe que el rock hace 10 años que aburre pero no sabemos bien qué otra música deberíamos escuchar en su lugar.
Si me lo permitís, voy a robarte esa oración (citando el crédito, vale decir)

Saludos. Seguiré leyendo