miércoles, 16 de septiembre de 2009

Una tarde de té



El la cree aplastada y fría. Ella es tremenda y orgiástica. Se desencadena.
El hombre tiene miedo.

Cesare Pavese, El oficio de vivir, el oficio de poeta






Llamé a la puerta de una típica casita americana del gran Buenos Aires. Me atendió la señora de Ruso. Hija única, sola en la vida y en el mundo entero. Despreciada por ser y haber sido mala, por haberse burlado de los hijos “con problemas” de las madres del barrio. Solterona, jamás le habían conocido hombre o mujer, pero sí se sentaba en la puerta varias horas a observar los movimientos del barrio.
Me invitó a pasar a su casa.
Adentro había unos muebles de roble hermosísimos y viejos. La casa parecía sin embargo deshabitada. Pensé que ese era el efecto que tenían las casas al ser habitadas por personas: malas, viejas, miserables, y flacas.
Tenía como cuatro piezas al divino botón, con las camas hechas como esperando a un invitado inexistente. Una de las camas tenía unos muñecos grotescos, que debían ser de la década de sesenta. A uno pude identificarlo como el topo yiyo, los demás me eran desconocidos, si supe que parecían sacados de una pesadilla o una película de terror.
Había sobre un estante unos caracoles que yo le había vendido años antes, en la vuelta de una de mis vacaciones a la costa. Me acuerdo que me había dado sólo veinte centavos miserables, que a mí me parecieron un millón de pesos.
La señora de Ruso puso la pava para hacer el té. Al ver sus tasas envueltas en un lirismo de polvo y años, me dio un escalofrío y un poco de asco. Después abrió la puerta de chapa que conducía al patio. Y ahí me llevé una sorpresa. Yo desconocía el parque de la señora de Ruso, pero interpretaba que su patio se parecía al mío, por estar ubicado casi al lado de mi casa. Esto era un error, porque el patio de la vieja era imposiblemente extenso. Me miró como comprendiendo lo que pensaba. Salimos afuera, y mis ojos no podían siquiera ver el final de su patio. Las ligustrinas dibujaban formas como en los castillos, y las flores se extendían aquí y allá salvajes y enormes, atrás se podía ver una especie de bosque con árboles frutales y magnolias. –Esto es hermoso –le comenté-.
Dispuso la mesa afuera y el aire me comenzó a envolver con un dulzor. De repente comenzaron a llegar picaflores en una cantidad desmesurada (nunca había visto a tantos juntos). La vieja soltó una risa que me dio ganas de irme. Pero no lo hice. El parque era íntimamente atrayente, como imposible requería que alguien se encontrara allí para admirarlo. De una de las ventanas que daba al parque empezó a sonar sola la canción Le bleu de tes Yeux, entonada por Piaf y Aznavour. Sentí que iba a desfallecer de alucinación. Y creo que la presión me bajó súbitamente, porque de repente perdí conciencia de mí. Me desmayé y me desperté en una fracción de segundos. Cuando lo hice, tenía una presión en los labios, abrí los ojos y ahí estaba la Señora de Ruso: besándome desfachatadamente.
Se que corrí hasta la puerta chocándome con los muebles y tirando todo lo que se interponía en mi camino. Abrí la puerta de calle y me marché. No le conté a nadie lo sucedido, y poco después la Señora de Ruso falleció de vieja. A la casa la tiraron abajo para construir uno de esos edificios nuevos, y claro, me acerqué para ver si el parque de la vieja estaba ahí tal como lo había visto. Mi desconcierto fue haber encontrado un patiecito igual o más chico que el mío, con el suelo de losa y con una pared medianera que lo enfrentaba a la casa de la vuelta.

lunes, 7 de septiembre de 2009



La Bestia en su casa



Está lloviendo y es mejor que pronto coloque en cada gotera del techo, algo, para que el piso de madera no se moje devuelta y en consecuencia se ponga verde y se pudra. Es invencible el hecho de que llueva en mi cara, y que me hipnoticen las paredes color gris, que eran de un geriátrico, que eran de un asilo. Nadie tuvo el valor de pintarles encima.


¿Qué me ponga a pensar cuanta gente murió entre estas paredes? ¿Y si alguien se acuerda de ellos? ¿O de mí?
Y voy descubriendo, soy la conquistadora de mi casa, hasta el punto de notar cada vez, más goteras nuevas. Entonces voy a usar las ollas, las tacitas, los cuencos de la sopa. Desenterrando una sinfonía de agua.

Estoy buscando un libro color blanco –no se de que era-, sé que tenía unas fotos muy impresionables. Lo sé. La casa va desapareciendo. No estoy en ella. Entonces no llueve.

Voy mascando un chicle. Puse un disco para que me venga a buscar el mago de la música.

Y si es esta, la última oportunidad que tengo de decir, tengo que aclararles que nunca es suficiente, que me siento dominada por una presión milenaria e infernal.

En el momento de quedarme sola, golpean la puerta.

viernes, 21 de agosto de 2009


El bote

y por siempre, en el Tiempo detenido,
sueña que es cierto su vivir mentido
porque espera la muerte todavía.
Enrique Banchs, Sombra

La primera vez fue dentro de un bote, el fuego sagrado lo incendiaba todo, allá en la isla.
Al otro lado estaba la casa de vidrio.
Miré hacia todas partes, conjuré la frase.
El agua reflejaba lo alto pero con basura.
El bote no se movía, precisaba de fuerza bruta. Estaba ausente.
Lo había hecho y estaba sola.Estaba sola y no necesitaba de nadie.
Hubiera deseado que la casa de vidrio fuese mía.
Mío tampoco era el bote, mía no era el agua ni mío el vestido.
Estaba despojada. Y como buena despojada, no necesitaba de nadie.
Recordé que me llamaban “el sapito’’. Y parecía concordar el movimiento de mis labios con las chispas que saltaban urgentes en la isla. Como si se pusieran de acuerdo las palabras y los elementos. Como si los elementos no hicieran agonizar a los animales de la isla.
Sentía sus voces y socorrerlos no podía, y entre los musgos y los árboles que lejos no estaban se me dio vuelta el bote.
El bote que había sido mi casa y mi puerto, mi universo y mi vida.
Y a través de lo mojado, sentí el dolor en el pecho, me miré para adentro y comprobé que el fuego estaba dentro de mí.

miércoles, 12 de agosto de 2009


LOS OTELITOS


Asombrosas y divertidas criaturas vivientes que tú mismo crías: Monos Marinos.
Fáciles de criar sólo debes añadir agua y seguir las instrucciones (Este kit contiene tres sobres con elementos de crianza y manual completo de instrucciones)
Sea monkeys



¡negado!
este animal, este tadeo
de mi alma
horriblemente feo
seguramente inadorable
falso a todas las letras
y de letras fabricado
pero, perdida la calma
me desfondo en un confíteor Deo
él no sólo me perpetra
¡también me empala!

Osvaldo Lamborghini, Tadeys



I

No lo esperábamos cuando llegaron los etruscos. Negros todos ellos y de un tamaño mínimo, eran, a decir verdad, pequeños furiosos con pensamientos poco predecibles. Así que les llamamos los Otelos. No dejaban dormir. Tiraban de los cabellos por las noches, e imitaban los ladridos de los perros. Eran insoportables los Otelos negritos, pero como con todo, me fui acostumbrando a ellos y les fui tomando aprecio.
Una mañana uno se me ahogó en la pileta. Su torpeza era considerable, sobre todo porque miraban su reflejo en el agua, e instantáneamente, querían abrazarse a sí mismos.
Ese día comprendí que eso de los etruscos y yo no era para siempre.
De tres me quedaban solo dos.
El siguiente mes otro etrusco se me murió. Se había quedado dormido en el garaje y la abuela lo atropelló con el reno 12.
Lo enterramos con tristeza.
De tres me quedaba sólo uno.
Lo que sucedió después fue lo que todos suponían. Mis cuidados con el último etrusco fueron excesivos.
Lo perseguía por todos lados, lo sobrealimentaba, le acariciaba los cuernitos mientras le cantaba el arrorró. Mi último Otelito se sacó los ojos así mismo y se me murió desangrado mientras pensábamos que dormía la siesta.

jueves, 30 de julio de 2009


Her majesty's a pretty nice girl, but she doesn't have a lot to say, her majesty's a pretty nice girl but she changes from day to day. I want to tell her that i love her a lot but i gotta get a bellyful of wine, her majesty's a pretty nice girl someday i'm going to make her mine, oh yeh, someday i'm going to make her mine.

viernes, 17 de julio de 2009




Debajo de aquellos rojos y verdes entremezclados dormía un cordero. La perfección de su sueño se extendía por todo el valle. Conducida por los espíritus del lago. El sueño se hacía traspiés y caída, obligándome a mirar en torno para soslayar algún reclinatorio. Inmóvil el cordero parecía soñar el árbol. Me extendí y recliné en su vientre, que se movía como para provocar un ritmo favorable a las ondas de sueño.

José Lezama Lima,
Paradiso



Fragmentos dedicados a dos poetas y profetas locos: Nick Drake y Leonard Cohen.


Songs of Love and hate

I

Tanta agua tanto sarcófago, me pregunto si todavía vale la pena o si todavía valemos la pena o es cuestión de dejarnos libres, al azar, al viento, al acantilado ya que no comprendemos nada.


II

Avalanche

En la pared dice: muy lejos de aquello que consideraba verdad, eso lo escribí a los dieciséis años, también pinté yo misma las paredes con temperas de colores. Hay una foto de los cuatro de Liverpool.
Ringo tiene su espacio en una foto que tiene puestos unos lentes y dice como que te importa. Hay libros hechos un quilombo, uno dice, dejáme ver: El chino de Dock Sur. Mamá ¿por qué lloras? Ya móntate en el rayo. Yo misma no me siento nada bien. ¡Adiós Petrushka! Bienvenidos, bienvenidos, pasen ¿adiós? Hola. ¡Hola mamá, hola Ringo, hola Petrushka!

pink moon


I

Entre álamos. Y más bien entre más álamos. Había -si podríamos sólo saberlo-, un objeto enterrado. Y también estaba ahí el que buscaba al objeto. Como endemoniado sus afiladas uñas llenas de tierra por obra de la excavación continua. Verdes los ojos, verdes, las uñas también verdes y negras. Saca de la tierra un libro. Lo huele. Escribe unas cosas que parecen palabras.
Algunos que se encuentran en lugares inexactos imaginan la misma escena, ven a alguien, entre los álamos, excavando la tierra, sacando de ella un libro, escribiendo algo en él; se fijan especialmente en los verdes ojos, verdes, las uñas también verdes y negras.


Hey, that´s not way to say goodbye

I

Sus ojos eran como dos rivotriles que me enjuiciaban, y soy como un mosquito de la madrugada, molesto y musical.

Parasite

III

Hay prostitutas disfrazadas de brujas, hay travestís con túnicas. Todos ríen en un cuadro siniestro. He inventado una ciudad. He fumado con los dedos de los pies.

I

Entonces ella hacía tiempo y su cuerpo era demasiado evidente.

III

Hacer un cuento de un gato que hable y cuyo mayor deseo sea el suicidio.
Hacer un cuento de más de dos páginas (al menos).

Things behind the sun

Me burlo y la retengo. Le canto una canción, quiere arañarme. La hago bailar y patalea. Me rasguña, salta erizada –es un erizo- se va corriendo y gritando. Vuelve, la llamo. Me mira desde una esquina.
Hay una que se enamora, esa hace tiempo que no la encuentro, creo que se habrá perdido o exiliado. Las otras la han echado a la pobre.

jueves, 2 de julio de 2009

Los ringos

Cuando éramos muertos, no sobraba nada. Nos paseábamos por los corredores blancos y desde atrás de los árboles de manzanas sonaba una música clara. Cuando éramos vivos moríamos todo el tiempo, como cerdos que se sacrificaban.

¿Era suficiente?

-ella –dijo-.

Mirábamos al gato bailar la tarantela arriba del pilar de la luz. Marianita se peinaba los rulos. Había un perro vestido de tul. Mi tía fumaba y tejía al mismo tiempo, ella lo hacía posible, lo demás era mentira.
Cuando éramos muertos sufríamos como los vivos, pero no queríamos volver a estar vivos. Cuando estábamos vivos anhelábamos estar muertos. Siempre uno desea mentiras.

Marianita a las 6 de la tarde se disfrazaba de beatle.

Cuando estábamos vivos mi tía un día murió, quedaron sus agujas, Marianita se fumó sus cigarrillos:

–Lo que alguien deja inconcluso, lo tiene que tomar el otro –dijo-.

No sé. Estábamos muertos y queríamos ser nadie. Queremos ser nada. Es como si los pensamientos y la voz viniera de afuera y lo atravesaran a uno. No somos lo que hablamos. No hablamos lo que somos. Esto es viejo. Marianita dijo:

-Vi a una virgen montada en un burro volando por las nubes.

Le creí. Le creí años. Hasta que un día me encontré con un libro que contaba una historia parecida. Ahora sé que se lo había copiado de ahí. Después de todo, siempre nos estamos copiando. Cuando volvía a contar la historia delante de la gente, yo me callaba la boca para satisfacerla. Uno siempre hace algunas cositas por amor (algunas).

Marianita siempre quería jugar a que era Ringo. ¡Yo quería ser Ringo! –No, tonta no puede haber dos Ringos, podés ser Paul.

¿Por qué no podía haber dos?

¿Por qué no podía haber, dos, tres, treinta Ringos? ¿Qué tenía de malo? ¿Por qué ella sola tenía derecho a ser Ringo?

¿Porqué yo quería ser Ringo y no otro?

En definitiva uno es una maquina de desear lo de otro. Y ahora que somos nada, me quede con las ganas.

martes, 9 de junio de 2009

II


El cigarrillo era una prolongación de su mano
se extendía como un dedo más

la ginebra era una prolongación de su vida
el bar de la estación la casa
la covacha.
El estante de libros una militancia
la parcimonia una espera
el peronismo una anécdota,

el cigarrillo era una prolongación de su mano
una hermana inglesa
un sobre de plata por mes
un alquiler vencido

el cigarrillo era una prolongación de su mano

un hijo muerto
una esposa indiferente
un amigo tuerto

Una estación grasienta.

Y el cigarrillo era una prolongación de su mano
un dedo bobo
un dedo humeante
un sexto dedo

y el cigarrillo era una prolongación de su mano
y el alquitrán le manchaba la barbilla y la lavandina el pantalón del traje
y el peronismo una anécdota,
un cuento de Hoffmann

la pertenecia del haber sido
¿Cómo?
Si yo SOY
Una vida tragicómica
La garganta exhala sonidos de un motor rugiente
una motocicleta veloz

Y el cigarrillo era una prolongación de su mano.

sábado, 6 de junio de 2009

DOMINGO A LA TARDE...

Domingo a la tarde, y voy por el huerto sin recordar cómo salí y llegué hasta acá. El cielo es de oro, deslumbrador, y de los naranjos caen frutas y flores.Trepo a uno, según mi costumbre antigua. Estoy un rato. Los pájaros saltan de rama en rama. Desciendo. Subo. Tomo una fruta. Al bajar, ya veo un cadáver. Vestido y tendido. Y más allá, otro. Y otro. Por todos lados, aparecen. Vestidos y tendidos. Y cada uno con el hígado destrozado o el corazón. Pero ¿quiénes son? Acaso, no me percaté y hubo una rápida guerra?En puntas de pie, voy hacia la casa; desolada paso el jardín de celedonias y “conejitos”. Adentro, no queda nadie. Voy a gritar; para qué, si nadie oye. Algunas mariposas chocan en los vidrios.Sobre la mesa hay un álbum que no conocía; al entremirarlo, veo dibujada la batalla, los cadáveres y las plantas. En blanco y negro. Y en colores. La noche cae de súbito; las luces se encienden solas.Y aparecen más cadáveres entre las plantas.

Marosa di Giorgio, A veces, en el techo de la huerta...

jueves, 4 de junio de 2009

Una fiesta de quince


No no. Eran las velas. Si, todos los familiares están invitados. Espero que no venga esa Gladis (es una arpía). Se cree que puede hablar mal de mí y después puras sonrisitas. La nena la quiere pero… tiene que entrarle el corset, le especifiqué que no comiera por lo menos dos días antes de la fiesta. Un ojo de la cara. Nos endeudamos, pero que más da. La gente dirá ¿Han visto que fiesta más linda y más cara? Seremos de categoría. Nada de salones baratos y de comida en mal estado. Nosotros brindaremos calidad y nadie podrá decir nada. Gladis quedará muda de asombro, esa estupida que dice que nosotros damos vergüenza. ¿Y Héctor? ¿Qué hacemos con Héctor? Si le ponemos las botellas cerca arruinará todo. Quizá se haga el vivo con una amiguita de la nena. Que desastre, tanta plata. Pero después queda el recuerdo. Quiero que mi hija sea una vedette. Cuando la vi probarse el vestido (que orgullo) un poco rechonchita pero si no come estará perfecta. Los suvenires no son los mejores, una velita con una fotito de la nena pegada (pero bueno), nadie puede decir nada. Ahí estas Tamara, -vení sentate, mamá está pensando en vos. No tenes que comer nada ¿Sabes?, vas a ser una diosa –le toca el pelo a la hija-. La madre se balancea, llora de felicidad. Entra un hombre a la cocina (debe ser el padre de Tamara pero no lo sabemos). -¿Qué estas haciendo Elvira? –La mujer está halando sola, en la silla no hay ninguna hija-.

miércoles, 13 de mayo de 2009


Lo concibió como un torbellino.
Fue poeta pero eso es otra cosa (…) Hay un epílogo.

Allí vi el último pétalo de la rosa que se deshoja sin pausa en ese viento
que otros llaman tiempo.


Sarita Gallardo




Mejor un pozo que es un esperpento pero que sucio un pozo, que si te colgás de un árbol perdido, en la pampa hay ojos de pájaros, de golondrinas que pasan, y en el mar peces que no cierran los ojos ni siquiera para dormir

Manuel Puig





¿Había algo extraño en la ventana? No, era yo mismo

Romero de Baticlana, sandalias violetas, cigarrillo en la boca, buscando algo. Desde siempre buscó aquello que tan fuerte la podía arraigar de una vez por todas con el lazo infernal, buscó su maldición. Y en las tempestades y los vientos que la devolvían algunos metros para atrás (pensó que era una progresión el hecho de avanzar) pero se confundió y sólo se vio más enterrada en el barro pensando que eso era triste. No sé hasta cuando ella interpretó de una vez por todas que Romero de Baticlana no era un sol, y hasta cuando su llanto se hundió con el de todos los otros en un pañuelo universal que era esta ciudad olvidada. Lo transparente de ella la hizo girar por todos lados, comiéndose la indignación de seguir siendo nadie y nadie y aunque pasará algo extraordinario ¿no seguiría siendo nadie?
Aunque la reconociera un viejo amigo en un bar y aunque le mandaran noticias de Buenos Aires. Todavía me cuesta imaginar cuanto sufrió esa criatura. La luna está cubierta con nubes y ella escribiendo desde la mañana. Con una pizca de ego-rock, subiendo y bajando, hígado hecho pedazos, pequeños pulmones grisáceos fumando orégano. Nadie le podía devolver nada y ella pocas veces pudo devolver tanto. Intrínseca necesidad de hacerse la bohemia (pero no le avisaron) eso ya no era moda. Arrastradas las dos por un remolino de tierra blanca (pensamos que era arena y era tierra). Recordando la tarde en que revolution nueve le resumió todo su siglo en el día en que conoció un poquito de aquello que le estaba vedado. Ella no era un producto. Los productos estaban por todos lados y ya no eran de calidad. Sin embargo en ocasiones pensé que lo era. Proletarizarse no podía ser tan malo. No me cuesta imaginarla tan seria y tan distante buscando un poquito de amor y un poquito de trascendencia. En vano muchacha. Seguirás en la búsqueda, esa es tu maldición, tu karma redondo. Muchacha como cualquier otra ¿de papel?










SEÑORA

Sale humo solamente, bocanadas, hace rato que cada uno
Piensa en sí mismo, no piensa. Tampoco para qué
Ni porqué aquí.

Ingeborg Bachmann



Para Ingeborg Bachmann (que no dejo de mirar su fotografía), para los sujetos invisibles y para mi misma








Gracias señora.
Se acerca sanamente.
La mancha de grasa ya traspasaba el
overol impúdico.

(Un delantal de flores)

Gracias, gracias.
Por el abandono.
Por la orfandad.
El desamparo que nos cuesta tan caro
que le cuesta tan barato.

(a usted)

Una caricia
en la cabecita

(Una mirada escatológica, llena de gusanos)
Caricia.
como si se la hiciera a un gatito suyo.
No me alcanza,
gracias.

El número sin fin del zapping

(de arriba hacia debajo de abajo hacia arriba evitando los mexicanos)

Porque decirlo así
t e a g r a d e z c o

(Canales impares)

De verdad
sin rencores.

(Como no)

Por tu suicidio y
el vino de cada día,
por el mío (risas)
Por tu pierna amputada y tu moto de silla de ruedas.

Por la sarna del tío
Alfonso.
(Alá la tenga a ella allá abajo en la gloria)

Por los ladrillos sapos que levantaste atrás de mi casa
Gracias por tanta delicia
El aparador está lleno de chucherias con tierra

La vecina sigue donde siempre
cogiendo con su padre, señora.

(Disculpe la intromisión)

Y el plástico que le recubre la
mesa de la cocina.
No le quiero decir nada,
esta gastado (pasó tantas).
El dinero del monedero suyo es de nylon.
(Ya lo recuerdo)
Su cara señora
está gastada

(además del monedero, pobrecito)

ya no es la misma cara
ahora parece un perro Char-pei
Sin embargo: que ganas.

Sin embargo:
que abandono
cuanta ausencia
cuanta miseria en los aparadores
cuanta tierra en sus manteles

cuanta locura en sus hijos
cuanta locura en usted misma

Qué abandonico su trato

Pero gracias
que todo estuvo muy lindo
como diez puntos de raiting


es un casete rebobinando.

viernes, 17 de abril de 2009


El uso impertinente (la canción que se llevó al abuelo).



Yo uso las cosas al menos tres veces. La primera es el tacto (tan afilado para nuestros días). La segunda vez es como un ir y un volver, me vuelvo gato chico, no paro de saltar y de agarrarme de todo lo que se balancea. En la tercera corro entonces corro, con tanta velocidad como puedo. Un hombre me indica la salida o se la indica a sí mismo, queriendo dar los pasos al revés, y yo digo que me tapo la boca porque el hombre ese ha tomado demasiado, su sudoración huele a bebida blanca (inconfundible su balanceo que no es casualidad). A veces el alcohol me recuerda a las castañas, otras al botiquín de los licores y la mayor parte de las veces a mi querido abuelo, no tan querido pero si temido. Mi madre me dejaba en sus brazos casi todos los días. Yo tendría al menos dos o tres años para recordar que en sus faldas no todo era amor incondicional. Era un amor pesado, duro como un fierro y yo entendí después con mucho esfuerzo porque siempre me pareció loco que un hombre senil se excitara con una criatura tan chica y tan inocente. Mi pierna sentía lo duro y sus brazos eran como los de un parásito que me absorbía y se apoderaba de mi. Más de eso no teníamos, y pronto mi madre se dio cuenta de la incomodidad que me producía sentarme en aquellas faldas, pero no lo supo del todo. Entonces la complicidad se hallaba entre nosotros dos, abuelo y nieta con un secreto que tragaríamos para siempre.
Ella (la madre) nunca entendió que un hombre es un hombre. El hombre por el hombre mismo y me dolió saber que nunca le interesó entender. Tal vez porque el abuelo-padre le hacía lo mismo, tal vez mi madre quiso dejarme de herencia la suya, aquel órgano que iba creciendo en su pierna hasta hacérmelo notar con toda seguridad. Un hombre no es un abuelo y un abuelo es un hombre. Ese señor que nunca se animó a expresar su predilección del todo (las niñas con bucles y sonrisas edulcoradas). Las niñas mozas con vestidos de volados y calzas y zapatos con hebilla. Los hombres que son hombres, la asquerosidad del tacto que no se debe hacer, la pierna trémula, la sangre caliente, las manos que ahorcan, el hombre con aliento a bebida blanca, la salida, ay, el grito, deseo gritar, gritar, gritar para siempre.

jueves, 16 de abril de 2009

Está la cultura/ que forma parte de la regla/ está la excepción/ que forma parte del arte/ todos dicen la regla/ cigarrillos/ computadoras/ remeras/ televisión/ turismo/ guerra/ (…) es propio de la regla querer la muerte de la excepción/ (…) organizar la muerte/ del arte de vivir/ que florecía/ aún en nuestros pies.



Jean-Luc Godard's JLG/JLG

sábado, 11 de abril de 2009


you burn me up i'm a cigarette

lunes, 6 de abril de 2009

Eternidad

Jorge Ricardo Masetti

Como me duele la cabeza. Y que frío hace. Es que nadie pasará por esta maldita calle? Ya estoy cansado de esperar. Y la tristeza me sigue colgando de las carnes. Creí que todo sería distinto. Que todo acabaría después del estampido. Que mis ojos dejarían de ver y mis oídos de oír y mi pecho de subir y bajar, subir y bajar. Y que este corazón mío ya no sentiría frío ni estaría oprimido. Pero todo sigue igual. Quizá sea porque es de noche. Y yo en las noches confundo las cosas y los sentimientos. Pero cuando llegue el día podré darme cuenta de que ya no existo para los demás. Las mujeres que van a la feria fijarán en mi sus ojos tibios de colchas y los abrirán espantados. Y entonces si me sentiré ¡por fin! feliz. Me sentiré muerto.
Estoy aquí. No me escupan. No claven sus tacos en mi cabeza. Estoy aquí. Aquí.
El rock no nos dejó pensar en otra cosa que no fuera rock, es imperativo. Suena en un garaje, en mi cuarto y en la radio del colectivo. El rock soy yo (vos), la vaca y el grass, en mi cama, y lo veo en mi póster de la pared. Es la cura, es la anestesia, es el ansiolítico y el revival.
La ola monstruosa porque arranca de cuajo, invade.
Construye después que arrasó como el fuego.
Es una armónica a la mañana. Antes de que empiece hay un silencio que
se ve interrumpido por un acorde, un coro, una batería fulminante, un bajo como una
escalera. El latir del cuerpo, de la sien (ha llegado la salvación y la redención). La caída.
El ascenso grandioso, el llanto el sexo la excitación la locura la luna lo lunático el piso.
La muerte, la muerte (la vida después de la muerte). La carne, el segundo, una voz, esa
voz, un segundo –l a l e n g u a que lame y escupe el asfalto al mismo tiempo-. Una sinfonía. El volumen hasta arriba, más arriba. El g r i t o, los gritos, un grito, ; el pogo, la patada, las sangres, mi sangre, la tuya. Nada en la nada. Sun sun sun. I WANT YOU. Un tornado, el tornado. “¿Obsesiva? obsesiva, obsesiva, Mejor decir que estoy loca”.

“Es por el ansia, es por nada, no es por nada, te quiero y nada".

##s^f%$&d^dh%s&%.

domingo, 29 de marzo de 2009



Canto nupcial (título provisorio)


me he casado me he casado

me he dado el sí

un sí que tardó años en llegar

años de sufrimientos

indecibles de llorar con la lluvia

de encerrarme en la pieza porque yo -el gran amor de mi existencia- no me llamaba

no me escribía

no me visitaba

y a veces cuando juntaba yo el coraje de llamarme para decirme: hola, ¿estoy bien? yo me hacía negar
llegué incluso a escribirme en una lista de clavos a los que no quería conectarme porque daban la lata porque me perseguían porque me acorralaban

porque me reventaban
al final ni disimulaba yo cuando yo me requería
me daba a entender finamente que me tenía podrida
y una vez dejé de llamarme y dejé de llamarme
y pasó tanto tiempo

que me extrañé

entonces dije ¿cuánto hace que no me llamo?

añares debe de hacer añares

y me llamé y atendí yo y no podía creerlo

porque aunque perezca mentira

no había cicatrizado sólo me había ido en sangre

entonces me dije: hola, ¿soy yo? soy yo, me dije, y añadí: hace muchísimo que no sabemos nada yo de mí ni mí de yo
¿quiero venir a casa?
sí, dije yo
y volvimos a encontrarnos con paz
yo me sentía bien junto conmigo

igual que yo que me sentía bien junto conmigo

y así de un día para el otro me casé y me casé y estoy junta y ni la muerte puede separarme












De Distancias


sol menos uno sol

igual a sol no entiendo
casa el sombrero piedra de afilar
no entiendo
otro buen díay leche (sol) noticia

y bala cerco pan noticia
qué no entiendo

letra polo desague simontemplarcaballo solución

rueda miseria cavidad (sol)sol
desventaja dictador

vieja chistepregunta pregunta sala de estar mueca simposio

clan abrigo sopa suerte dictador no entiendo (no entiende) no puedo (no puede) entender (no puede entender)
no entiendo soma hueso carga (sol) patio
sol flor pastilla navaja carta broche (dos)

cosa perfil llave amistad (sol) desvánjuego no entiendo no noticia fila marca tablero

dictador cuerpo sonido umbral invierno sangre
sol
SOL menos uno soligual a sol
# 4
hay un país (pero no el mío)

donde la noche es solo por la tarde (pero no el nuestro)


sin encuentro lo imposible (una mañana)

seco herido (y sus bengalas)

edifica un (y su flor)

leve país (de qué material)

un cielo agudo contra el miedo frontero (lo imposible)

ya (y su flor)

desvélate lube sobre agua

gota mar lejos los días querer lejos la espalda lastimado querer (tus árbol caballería de copas)volar oar volar

levan el aire sorprendían pájaros del regreso cada fuego salino ayer

bello animal desgracia posado en lo indecible


tu risa lobo idioma blanco yo descifro






Susana Thénon

martes, 24 de marzo de 2009

Muchas veces me pregunto
para que vivo así
muchas veces me pregunto
para que vivo así
Caminando sin parar
muchas veces sin dormir
y para qué...
Como puedo estar tan solo
y porque, y porque
muchas veces me pregunto
y porque vivo así.
Mis amigos donde están
hoy no llegan hasta mí
y porque...
Como puedo estar tan sólo
y porqué, y porqué
Como puedo estar tan sólo
y porqué, y porqué
Muchas veces me pregunto
porque vivo así...
Tanguito, todo el día me pregunto.

jueves, 19 de marzo de 2009

the spider.


No se puede vivir en dos mundos hay que escoger. La realidad se reventó y me arrojó fuera.
Me dijeron unos hombres detrás del empapelado de flores que Dios iba a venir a hablar conmigo y yo lo esperé. Cuando llegó el momento de la aparición una puerta se abrió y Dios se me mostró tal cual era, una araña. La araña tenia la mirada dura y fría. Grité cuando intentó penetrarme, no lo logró y se marcho sin decir palabra. La realidad se reventó y me arrojó fuera. No se puede vivir en dos mundos hay que escoger. Sólo la muerte me amará.


Basado en la película Detrás de un vidrio oscuro de Ingmar Bergman.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Tú no sabes nadar, ¿o sí sabes? -añadió, dirigiéndose al Valet.
El Valet sacudió tristemente la cabeza.
-¿Tengo yo aspecto de saber nadar? -dijo.
(Desde luego no lo tenía, ya que estaba hecho enteramente de cartón.)


Lewis Carrol, Alicia en el país de las maravillas.





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Hay una mistificación que me produce escuchar Derelict. Y me quedo pensando un buen rato en mi manera de escuchar y en el jugo de Sardonia. Me pregunto donde podré conseguir sardonia, su jugo aplicado en los músculos de la cara produce una contracción que imita la risa. Y después me gustan los duraznos, no muy dulces, suaves, maduros no me molestarían tampoco. Me gusta molestar a veces, pero ¿a qué juegan algunas personas?
Juegan todo el tiempo. Las veinticuatro horas de su día y no caen en sus colchones de polietileno. Me encantaría que jueguen si me invitan a jugar con ellos. Pero ya cuando se ponen locos feo (no lindo) y empiezan a hacer macumbas exotéricas. No se loco, a mi me dan temor. Lo peor es que lo toman a uno de idiota, y uno, la mayor parte de las veces percibe la mala onda. Mind Games.




Airémonos- queredme ¡Ya!


Te dije que me quieras. Te dije que me ames. ¿Me amas? ¿Nos casamos? No mejor no, eso es entupido. Dale pero que hacemos. Decidme devuelta que me queres. Dale dame un beso ¿No ves? ¿Me queres? ¿Escuchamos una canción? Dale, bailamos arriba de las sillas. Dale airémonos en el pasto. Compremos una oveja, dale. Espera, quédate, queredme.








El hombre de concreto besa mujer pero por primera vez



Acercándose lentamente tomo por los bordes al pedazo de concreto con patas. El cuello almidonado le sentaba de maravilla. Solo le quedaba por mirar la hora de la eficiencia.


Bruscamente se besaron en el ascensor.


-Es usted espeluznante, ¿Qué le puso a la bebida?
-Almíbar.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Un día en la metralleta



Por Saco Raído Blackoblackski




Faltó o sobró para que me convirtiera en una especie de aguijón. En realidad ahora que lo pienso mejor, tengo los pies desnudos y los logre conformar, entro de todo, en un par de medias bastante baratas. No se si faltó o sobró o si ninguna de las dos cosas. De repente era un nulo y otro rato fui un arma de fuego automática, de cañón más corto que el fusil y de gran velocidad de disparo. Lo horripilante fue ser ese cacho de metal y estar además a la disposición del zángano que apuntaba el arma. La primera vez que me dispararon sentí ese especie de dolor, como el de las mujeres vírgenes a punto de sufrir el desgarre, como el enfermero que inyecta por primera vez la dosis de penicilina. Fue traumático ese segundo antes, porque inmediatamente al liberar la bala sentí la excitación más grande de mi entupida vida, muy cierto, la bala fue a parar a un hermoso cervatillo. Y yo quería seguir acribillándolo, no me contenté con liberar un solo plomo caliente. Necesitaba más, pero el animalito ya no respiraba y era innecesario. En la noche yo estaba deseoso en un cinturón y se dio la oportunidad que yo tanto ambicionaba, en un pleito de polleras maté por descontrolado y borracho a un hombre, y eso, me gusto más que cualquier otra cosa.


domingo, 15 de febrero de 2009

Yo vivo en una ciudad donde la prisa del diario trajin parece un film de Carlitos Chaplin aunque sin comicidad.
Pedro y Pablo
Gran espacio en blanco de mi casa a la tuya
Creerlo es haberlo soñado. Cuando daba media vuelta en la cama ya me estaba enredando con las sabanas. Eso significaba una cosa en la ventana, de ella salía como si fuera un parlante los ruidos de la superurbana avenida. Esta vez había soñado con un perro guacho que me despertaba. En efecto, al mirar por la ventana vislumbré al perrito que le ladraba al linyera del barrio que varado se había quedado en mi puerta la blanca por los tragos del tinto elemento, y a pesar de mi poca conmoción encendí la radio que pasaba boleros y me pregunté que tan fea podía sonar la escuadrilla del amor, sin embargo el linyera pareció escuchar mi radio que fuerte estaba y se puso a tararear el bolero que bien lo sabía. Me puse contento por él. Roca por mano, me tocaron el timbre y yo no quería que se me queme el café matutino.
Abrí enseguida y en la puerta estaba el perro guacho que me había despertado, esta vez venia a decirme –en un tono por demás refinado- que el linyera había muerto instantes atrás cantando el bolero que pasaba mi radio portátil.

viernes, 13 de febrero de 2009



Por el Camino de Swann pero bajando en picada (yo no sabía lo que iba a pasar).






Y nadie más podía entender aquella inmolación, aquél descuido de querer tirarme por el barranco. No sé si se entendía, estaba harta del mundo y me preocupaba en esos momentos *lo que fui* y lo que *había sido*. Diferenciando claro, las dos cosas. Lo que fuí era algo que me podía proponer en el momento en el cual estaba respirando. Lo que había sido ya se lo dejaba a la posteridad, al que vendrá, a la suerte mía después del barranco. Una suerte que me parecía maravillosa. ¿Y si…? Algo tan divertido como eso. No me bastaba meter los pies entre las rocas. No me servía ver con estos ojos como los chicos de tierra en los cachetes comían caracoles con la misma gula de un hombre gigante. Porque por aquellos días mi amiga me decía que su hermano crecía desproporcionadamente para arriba, y a mí me preocupaba esta situación, digo, hasta donde podía llegar, hasta la terraza por ahí. Es sordo, mudo o qué. Proteínas. Y me daba rabia, me daba rabia todo. Menos el mar que me chocaba los tobillos, menos el barranco, y menos las música esta que esta sonando. Y después.

martes, 3 de febrero de 2009



Klaus Kinski

Tengo una tormenta de viento en la cabeza. Anteanoche me desorienté en mi propio patio. Estamos de acuerdo en que estaba ebria, pero no lo suficiente. Caí de rodillas a las ocho de la mañana. Creí ver atrás de los pinos a Klaus Kinski. Yo quería levantarme para ir a buscarlo porque él no se acercaba, pero había desaparecido. Volvió a resurgir media hora más tarde cuando yo ya estaba entregada cortando las hortensias de mi abuela. De vuelta él hacía sus morisquetas y danzaba muy animadamente, pero lamentablemente de un momento a otro se hizo humo y me sentí muy sola. Me abordaba una soledad tan profunda y tan fría que comencé a gritar. Mi idea era despertar a alguien para que al menos me insultase, pero no fue así. Entonces me sentí más sola que antes. Hasta que me acostumbré, logré convivir con ello y ya no me sentí tan enferma. Me sentía súper bien. Y me quede dormida encontrando muy a mi gusto la planta de hortensias que ahora me servia de confortable cama. Y al amanecer me despertó mi enérgica abuela preguntándome de quien era el sombrero ridículo que había encontrado en su patio. Yo le respondí: “Abuela ese sombrero es de nada más ni nada menos que de Klaus Kinski”.

viernes, 9 de enero de 2009



Marcos

No hacia demasiado calor, sin embargo el sol estaba dispuesto y yo estaba dispuesto. Ana estaba encinta y tenía unas ideas absurdas de que su hijo seria pianista y que tendría los dedos largos y finos. Y yo estaba esperando que Ana se durmiera para quitarme la ropa y tirarme al agua. No había abejas que estorbasen, sólo había moscas que me hacían creer que eran abejas pero no lo eran. Ana seguía hablándome y las palabras como un ensueño futurista, yo quería un vaso de algo fuerte pero eso estaba muy lejos. El agua de la pileta que me llamaba y Ana que no me dejaba y me hablaba de nuestro hijo que iba a nacer en abril y que se iba llamar Marcos. Marcos… yo tuve una vez un compañero que se llamaba Marcos y que me pinchaba con los lápices afilados amarillos y negros. Marcos… Sastre un librero cuya obsesión era la tinta azul. Marcos es un nombre terrible, pero un nombre es fuego es ceniza, es… Ana. Ana sigue hablando y su cara está cada vez más violácea y yo no la distingo, sólo oigo carcajadas del patio anexo como un himno idiota o una banda que le hace soporte a la mina que toca el arpa en el club de Costanera Sur. Ana cállate la boca.
Ana se acuesta en la lonilla y yo me levanto lentamente y me zambullo jugando a que me ahogo despacito y volviendo al exterior para volver a escuchar los ronquidos de Ana y las carcajadas del patio anexo. Quiero un vaso con algo fuerte.


Filibusteros

Nadie podía encontrarme. Nadie podía saber donde estaba. Nadie me saludo, sólo alguien me soplo en la nuca. Tenía entre las manos un disco. El pasto se me planteaba disoluto. No había más cansancio sólo había poder. Ningún insecto rondaba. Los pájaros habían sido devorados por el gato. La ventana estaba rota. Estaba solo. Ningún vecino, un astronauta plástico. Saquéenle los ojos. El diario tenía las páginas en blanco. El soneto me daba una comezón en la cuasi garganta. No había nubes. Perdón había una sola que se movía sin parar. La muralla maldita. El puente por el cual caminan los albaneses en transe. Ningún ferroviario. La pala. Una carretilla en donde yace el perro muerto. El viaje a acá a la vuelta. El suspiro los retorcijones el acceso a la nada. Una sandia comida por alguien que se murió antes de ayer.

martes, 6 de enero de 2009