miércoles, 22 de octubre de 2008


Saguilla


90. Se mira y no se lo toca.


Me dirá usted que no ponga reparos, pero que quiere que le diga. De pronto lo vi, tan inexplicable, tan amorfo, con ese fuerte olor a mujer. Usted entenderá, esas pupilas sobrecargadas de cafeína, esos dedos de reptil que sale de agua, es simplemente resbaladizo.



91. Obsesionada que se enamora del Obsesionado. A la vez un loco tras el mostrador.


Es una esponja, es un lobo de mar. Me da la sensación laberíntica del nunca acabar.
Va bien, va queriendo. Usted vera que el musita susurritos (casi ni se le oye hablar) es puro ojos, es puro ojos. Yo le he hecho un cuento con final triste. Ya le he hecho una canción con acordes húmedos en correspondencia con su condición rectilínea uniforme variada. Río. Todos lo detestan. No se porque. Yo voy contenta danzando en los pasillos ¿lo conocen? ¿lo conocen? Que es lo que pasa, le echan por inútil, le echan a él.
Tengo ganas de decirle que yo no quiero que se vaya, que yo quiero que se quede, quiero quiero quiero (con presunta excitación infantil).



92. (blanco)



Y yo estaba de repente en Neuquén y la resolana me tenia de aquí para allá, yo se que alguien quiso que me sentara al otro lado de la esquina, en el banquito de latas, aquel. Que buscara en la estación aquellas pinturas, y que no estuvieran, que solo estuviera el tren que no conocía. Alguien procuraba que me calle, pero yo no quería.

Soñé con unos bigotes a lo franchute y una campera verde muy rota. Soñé con Borges otra vez. Soñé que dormía en lo de Doris y que a la cama le faltaba una pata. Cuando desperté a la cama le faltaba la pata y estaba evidentemente en lo Doris.




92. Para ese del cual uno se enamora platónicamente. ¡Qué plato!


Y vos… tan bigotudo, con tanta ansia de proletario. Ya no se como explicarte, es como mandarle una carta a un muerto. Es escribir en la pared de una casa abandonada. Es el paraje de los olvidados. Mañana le encaro para decirle que “basta de comunicación entrecortada”. Lo veo pasar una vez más y lo detengo.


93. Cuando conocí a la madre del niño proletario y tome conciencia de lo “mujer de la calle” que era.


Y si tu mamá es un par de tijeras. No ves que ceba mate, mira de reojo. Le conozco las intenciones a tu mamá. Mira crónica TV, piensa que soy una puta. Estaba esperando mi auto confesión, para mofarse de mí, para contarle a la vecina que su hijo tiene una novia malvada, lasciva. Pero ella es el venenito. Vos tenes que decirle aunque sea tu mamá, porque tu mamá parece mala pero es una divina. Yo la re quiero a tu mamá.






2 comentarios:

Anónimo dijo...

Reflejo: laberintos de textura holográfica predominaban sobre espacios cerrados. No había salida, nunca hay. Tampoco hay entrada aunque uno quiera si no quieren. Y son infinitas caracolas muertas en lo que se convierte, una al lado de la otra, se nos ofrece pasividad continua. Comunidad solitaria sin caminos, ni pasillos para los niños felices que no van a existir en el juego del dolor. Porque cuando llegue el sueño nadie va a cantar las imágenes que no se acariciaron. Sólo el gusto que deja el olor ocre concentrado entre los cuatro ojos que ya no miran, que nunca tocaron, será aire. Los otros están ahí, yo lo sé. Algo que parpadea con fuerza es tan real, el tamaño de los ojos no importa mientras sean intermitentes, ellos no entienden. No existen los otros ni yo ni vos ni nadie, los obsesos se despiertan inevitablemente en el silencio de la distancia. La libertad fluctúa entre los cuerpos sin posarse en ninguno. La única que juega entre esclavos latentes y danzantes sin preocupaciones, viene a salvarnos y vuelan lagañas despavoridas. Ingenuos comparten el dolor al soltar los parpados friamente. Dejan de ser en un segundo, sienten lo que viene en blanco y negro. No hay dedos, pupilas gastadas. No hay manos, pestañas quemadas. Sueño con los ojos abiertos, la cama no tiene ninguna pata, nube esponja. Volando, suaves, húmedos. Basta de palabras troqueladas, un acuerdo implícito político, el gusto de comer con las manos y regalarle los platos a Don Alexis Zorba de Nikos Kazantzakis. Valor nulo de sentencias cóncavas pronunciadas el tercer domingo de Octubre. Poesía convencional para los inteligibles buscadores de formas. Viva Zapata carajo! Viva la Revolución! Viva tu Ismo! Que soy lo que eres por dentro y por eso somos locos insatisfechos. Admito que quiero leer todo, que me enferman las ominosas páginas en blanco y me aburren los finales tristes. Matemos el adjetivo con furia para salvar el vacio inocuo. Te mentí en parte, porque sí me gustó pero me aburren los finales tristes, los vomito. No ves? Te mentí porque somos contradicciones, somos preámbulos en práctica y si bien me gusta, también me aburren los reparos para no mentirte: reflujo...

andrea dijo...

Mira, parece que algunos más que meno literatos, no son más que unos y otros necrofilicos pasivos. Pero por que pasivos?, entendamos, y con fe, y no activos, como en toda parafilia existe un morbo de trasfondo, en este caso, el de los activos, el de nosotros los escritores, me atrevo a decir que es el morbo de profanar algo que para muchos ya no puede ser profanado, es el saber que tomaras posesión de alguien y que ese alguien, en este caso la literatura, como en todos los casos, se convertirá en un objeto para tu satisfacción, puro placer, y que probablemente el cuerpo del que estas disfrutando nunca hubiera permitido ningún contacto pero que debido a las circunstancias es lo que menos importa en esos momentos…, y basta porque puedo llegar a sonar muy critico literario, y ojo, yo no quiero ser un robot, y soy muy, para ser. La lucha es con el idiolecto.